Otra vez necesitaba verlo. Cada día dependía más de él. Se sentía comprendida, y lo más importante: por fin alguien la escuchaba con atención.
Comenzaba a conocerse a sí misma, y había descubierto nuevos intereses y deseos. Los riesgos ya no la atemorizaban. Gracias a él, su autoestima mejoraba día a día.
Era un hombre inteligente y culto. Amaba la vida, y se dedicaba con entrega y fervor a su profesión.
Eso sí. La última vez no se había sentido muy cómoda. Algunos resortes parecían estar vencidos. Trataría de convencerlo de que para la próxima sesión, cambiara el viejo diván.
Texto agregado el 15-06-2013, y leído por 365
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Lectores Opinan
07-08-2013
*****Ya casi estaba viendo una imagen conocida... Solo_Agua
23-07-2013
Admiro a quienes logran captar la esencia de Cien... te felicito!!
Un abrazo. gsap
A veces los analistas introducen pequeñas molestias para mantener despiertos a sus pacientes. Para la próxima mejor llevate un almohadón. Me gustó el relato. Salú. leobrizuela
15-06-2013
muy bueno, depender del psicologo,todo un riesgo. jaeltete