Enfermo
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible, solo debo tratar de no recordarte. Pero cómo no recordarte, si estás en cada uno de mis versos, benditos versos que siempre he querido callar pero que al final no me resisto. Para que resistir, si siempre termino enredando mis poemas en tu larga cabellera, arrullándolos con tu risa tierna y acariciándolos con tu piel trigueña.
Espero curarme de ti en unos días. Quizás cuando pueda aceptar que eres mi amiga y no una diosa, cuando deje de sentir celos del sol que atrevido acaricia tu cuerpo mientras caminas por la playa, cuando el verde azulado del mar deje de imitar el hermoso color de tus ojos, cuando la coqueta brisa deje de presumir flameando tu falda para desnudar intermitente mente tus piernas perfectas.
Espero curarme de ti en unos días, pero mientras eso sucede, pediré todas las noches para que la aurora te cuide, para que los peces en la playa con su alborotado jugueteo describan sobre la arena tu imagen encantada, adornada por el rosario de espumas que se deslizan alborotadas como collar de perlas sobre el agua cristalina.
Podré curarme de ti, si despojo de mi alma las ruinas que quedan de mis penas, si logro controlar el deseo que me devora de sentir tu calor, si dejo de imaginar que al besar tus labios me embriaguen y me enamoren.
Dudo mucho que me cure de ti. Me lo impide del más allá una voz exquisita que me confirma lo bella que eres, obligándome a seguir enfermo, a padecer del hermoso síndrome del amor, a esperar que el virus evolucione y logre contagiarte. |