Entonces miré al piso y no había nada ahí, nada más que el cemento, guijarros, tierra, excremento y la nada… Moriré.
Soy un prisionero ante el paso del tiempo, soy el fruto de lo que fue el pasado, soy víctima de lo que es el presente, soy el viajero sin mapa que perdido busca el futuro, soy solo una persona perdida que busca algo por lo que vivir, por lo menos la creencia en un ser divino me da más apoyo en mi amarga existencia, amarga existencia de momentos felices, digo amarga porque en realidad ¿a que vinimos acá?, quizás vinimos a crear mañana, vinimos a cambiar el pasado, pero ¿Cuál es el fin de cambiar el pasado?, nunca podré vivir el mañana, nadie podrá vivir el mañana, solo podrán vivir el pasado y el presente… eso es curioso, muchos viven el pasado en el presente, reaccionarios les dirán a aquellos, pero no los culpen, eso solo es miedo, miedo a no poder ver el futuro… nadie podrá ver el futuro.
Cambiamos el futuro para que nuestros hijos puedan ver su presente más tarde como su pasado y de esa manera se repita la amarga historia, seguir luchando, luchar y luchar contra una injusta existencia, una injusta existencia que debería ser como nosotros quisiéramos que fuera, pero no nos dejan, no puedo vivir como yo quiera, tengo que renegarme a vivir como el que está al lado, el que es políticamente correcto, pero yo no quiero ser políticamente correcto.
El pasado sigue ahí, mirándome fijamente desde un guijarro que está en el piso de cemento en la plaza en la que tantas veces jugué, pero eso está en el pasado, ahora soy un pobre anciano con problemas médicos, soy una escoria, un parásito, una pintura vieja que recuerda los tiempos del pasado con anhelo, una pintura vieja que recuerda espacios que ya no existen, una pintura vieja que grandes artistas observan como si fuera un experimento y dicen “que maravilla de pasado”, pero cuando les toca vivir lo que yo viví dicen “que asco”, soy asqueroso, eso dicen, soy un anciano repugnante, soy nadie, soy solo un retazo que se desvanece, soy polvo, soy solo un anciano de barba larga y blanca, me moriré como viví, me moriré luego de años y años de lucha desvanecida, no viviré nada por lo que viví, mis hijos si lo vivirán, ¿pero para qué?, ¿para que digan que lo que viven ellos es una injusticia?, ¿para que vuelvan a internarse en una lucha que para ellos no tuvo fin al igual que para mí?, peor que una historia con un final triste es una historia sin final observable, te deja con las ganas.
Ese columpio de ahí está tan vacío, debe estar triste, está tan solo y oxidado, los niños ya casi no juegan con él, está siendo castigado por el futuro así como yo, se quedó encerrado en el pasado… bueno, una última columpiada antes de morir no le hará daño a nadie, al fin y al cabo será un encuentro entre dos viejos amigos, entre dos viejos compadres de la infancia, luego de eso no habrá más, yo moriré de cáncer y él morirá arrasado por un buldócer… muero como viví, esto no es un final triste, no es un final feliz, no es un final, para mí lo es, soy el personaje asesinado en la historia, ahora le toca a mis hijos convertirse en personajes principales, después a ellos les tocará vivir en un mundo que para ellos será atemporal, este es el final de la gente, es el no final, es el final cargado en anhelos, es el final sin fin. Soy la víctima torturada de Cronos, moriré como viví.
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