Cuando la luna llena estuvo en su máximo esplendor, y el águila dorada de ojos verdes, regalaba su aliento frío, a los dioses durmientes, en el techo de la montaña de algodón. Juli rubí enclaustrada en su castillo, también descansaba, arropando con sus labios un chupo fabricado en rubíes, regalado por sus santos gigantes hacia dos años atrás.
Una culebra negra escondida a las afueras de la vivienda rosada hecha con paredes de tela, espera cualquier oportunidad para poder robar el chupo o el tuto sagrado. Y esa noche el oscuro sueño se haría realidad. Gracias a que Juli rubí, arranco de sus pulmones todo el aire sin previo aviso, y hay el chupito, salió de la boca de aquella niña. De inmediato la culebra negra corrió a llamar a la felina blanca, su ama, quien estaba obsesionada como nadie por el tuto de rubíes. Según una de las profecías, aquel que poseyera el chupo, tendría por siempre el amor de los dioses gigantes. La felina llama ichi trepo las paredes del castillo, y con gran sigilo abrazo en su cola el tesoro de la niña.
A las cuatro de la mañana, Juli rubí se despertó, un llanto profundo nació con ella, entendió de inmediato que, ichi la felina, había robado su chupo, unos pelos blancos delataron a la gata en un solo juicio. Pero Juli rubí no se daría por vencida, ella sabía que los tesoros entregados por los dioses, debían pelearse hasta el final. Juli rubí, trepo el castillo, después camino hasta la entrada principal de la cueva, donde vivía el hermoso felino de ojos aceitunados.
A la entrada, la gran culebra negra dueña de tres dientes de acero puro, estaba acostada y dijo: tu chupo ya no te pertenece, ahora los dioses bendecirán a mi ama. Pero Juli rubí pelearía su bendición pasara lo que pasara, y ni la gran culebra negra lo evitaría, claro, sabía que por esa puerta no podría pasar, otra entrada debería ser buscada.
Juli rubí alguna vez escucho de sus dioses, “que para entrar a la cueva del felino, sin ser descubierto, solo se podía lograr, atravesando el laberinto de tablas de madera, oculto debajo de la montaña de los dioses durmientes”. Entonces, Juli rubí dio la vuelta y corrió hacia el sur, con la fe de recuperar su tesoro y hallar la entrada secreta.
La niña calvita de orejas respingadas, camino hasta la entrada del laberinto, y hay muy cerca de Juli, apareció un monstruo de tres cabezas amarrado con una cadena plateada a una pared. Las cabezas hacían mucho ruido y remolinos salían de sus bocas, impidiendo así, la entrada al laberinto. Pero Juli sabía, que entregaría su vida por arrebatar su premio, por esta razón, la niña llego hasta el monstruo diciendo: disculpe señor, necesito pasar por esta puerta. El monstruo le respondió: es imposible que pases por aquí, vete. La convicción de la niña, fue más grande que su miedo y volvió hablar: señor, la gata ichi robo mi chupo. El monstruo al escuchar el testimonio de la bebe, calmo su boca y las tormentas terminaron, después la bestia hablo: ¿eres tú la niña de la profecía, quien me arrancaría de la esclavitud? Juli rubí dijo: señor, los dioses una vez me hablaron, diciéndome, que algún día yo haría tanto desorden en este mundo, que ordenaría y alegría la vida de muchos. El monstruo, sonrió y dijo: por favor permíteme ser libre, utiliza tus manos, esas que yo jamás tuve.
Juli rubí miro la cadena plateada diciendo: ¿quieres que arranque la cadena, verdad? El monstruo dijo: sí. Juli rubí se acercó hasta la pared, pero aunque utilizo todas sus fuerzas le fue imposible romper la cadena. El monstruo hablo: arráncala de aquí de mí cintura. Juli rubí esta vez sí pudo reventar el plástico plateado trenzado en alambre, y vio como aquel ser parecía inerte pero feliz, y todo esto, porque la cadena ya no cumplían su función.
Juli rubí, dejo atrás al monstruo, pero en su camino otros seres se aparecieron. Eran cocodrilos, Juli sintió otra vez temor, pero su deseo por encontrarse enfrente de su destino era mucho más fuerte. Uno de los cocodrilos hablo por todos y dijo: ¿Quién eres tu niña?, la bebe respondió: mi nombre es Juli Rubí. Los cocodrilos desorbitados dijeron a una sola vos: ¡eres la hija de los dioses, esto es increíble!, Juli totalmente sorprendida dijo: mis padres son los dioses, yo no sabía, seguido los cocodrilos dijeron: tenemos muchos años viviendo aquí y la verdad queremos salir y volver al templo de las dos puertas wenge, ¿Juli rubí serias tú tan amable de llevarnos allá?
Los cocodrilos fueron trasladados uno por uno hasta donde quisieron ir, gracias a que la gran fuerza de la niña, le permitió abrir las dos puertas de cedro. Otra vez sus manos entregaban alegría a los demás. Su tristeza por la pérdida del chupo, era el motor que permitía entregar felicidad a los cocodrilos y al monstruo de tres cabezas.
Por fin, Juli rubí ingreso a la cueva por la entrada secreta, la gata ichi dormía y tenía en su cola el chupo, Juli rubí se acercó en silencio, y agarro entre sus manos su tesoro. Después dio la vuelta para escapar del lugar, pero en ese instante la culebra negra apareció, Ichi despertó y dijo: este chupo bendito, es mío. Juli rubí dijo: ¡no! La culebra apretó a la niña y la gata volvió a quitar el chupo a Juli. Pero en ese momento, Julieta llena de fe, grito con todas sus fuerzas una plegaria al cielo, el ruido fue ensordecedor, Juli rubí descubrió en ese instante que poseía un grito mágico, después agarro la culebra y la tiro lejos, partiéndola en dos pedazos, la gata corrió y hasta el águila blanca cerro su boca y no emitió más su aire frío.
La energía eléctrica se había ido, por esto el sol que dormía, no pudo ser encendido por los dioses Ismael y Vanesa, quienes bajaron de la montaña a salvar a su princesa, habiendo sido invocados con tan estremecedora oración, Ismael cargo a Julieta Ruiz villa, mientras que Vanesa trataba de encender el aire acondicionado, pues hacía mucho calor pero fue imposible, hay los gigantes confirmaron que no había luz.
Minutos después la mañana llego, iluminando todo el valle blanco, la niña fue puesta otra vez en su castillo, los dioses notaron que Julieta había arrancado el cable, del viejo abanico de tres aspas que había sido comprado cinco años atrás, también vieron las puertas del armario abiertas de par en par, y un poco de zapatos antiguos llenos de telarañas, que estaban desde hacía mucho debajo de la cama, perfectamente ordenados dentro del mueble de color wenge.
La gatita minina muy asustada no se bajaba de las piernas de Vanesa mientras miraba fijamente a Juli rubí quien profunda dormía con su chupito de plástico color rosado puesto en sus diminutos labios, días después Ismael, compro un nuevo cable negro para su computador, el antiguo estaba destrozado. Un moderno y nuevo abanico, llego al valle blanco. Extrañamente todas las profecías se cumplieron, el tiempo en el que ichi tuvo el chupo, le fue suficiente para tener más amor de los dioses, el gigante de tres cabezas pudo descansar, Juli rubí desordeno todo, y así el orden nació, y hasta los exiliados cocodrilos fueron libertados por su futura reina.
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