Marea alta parte 14

Salimos del bar y enfrente del mar me dijo unas palabras que jamás voy al olvidar. Me tomó de la mano y vi su hermoso rostro que me decía que yo era la mujer de su vida, que seguramente ambos nos daríamos lecciones dolorosas y dulces y que yo era la única mujer en todo el mundo con la que debía de compartir el viaje de la vida. Después de eso guardó silencio, y dijo que estaba convencido de eso.
Esa misma noche dijo que quería estar conmigo toda la vida y sacó un hermoso anillo echo de madera que en el interior tenia grabado mi nombre, me lo puso y el sacó un mismo anillo pero de su medida, se me formaba un nudo en la garganta y me había quedado sin habla. A los dos días recibimos una llamada mágica, era la trabajadora social que nos tenía la mejor de las noticias. Ya podíamos pasar por la niña.
Sin pensarlo Víctor y yo tomamos nuestras cosas y fuimos por ella, en el momento en que firmé la carta compromiso me sentí responsable y a la vea feliz porque ya era mamá.

Antes de llevar a la niña a la casa pasamos al registro civil y la nombramos Camila, que significa allegada a Dios. Y Dios nos la había mandado.
La niña vino a cambiarnos la vida por completo, empezamos con la construcción de un segundo piso en mi casa para que Camila tuviera su propio espacio.

Un día por la mañana salí a dar una vuelta, Camila y Víctor seguían dormidos, cuando me paré enfrente del mar pude ver que en la arena algo que me dejó helada. Había un corazón enorme dibujado en la arena que decía: Víctor ama a Mireya.
Ni la marea alta lo pudo borrar.

Fin.