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Inicio / Cuenteros Locales / ALASNEGRAS13 / ELLA Y EL, AMORES PASAJEROS

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Era un día de verano; él se encontraba parado en la sala de su casa con la frente apoyada contra el vidrio de la ventana, viendo pasar la vida frente a sus ojos. A lo lejos, y por la calle que llevaba hasta su casa, se divisaba una figura femenina de andar delicado y movimientos suaves que poco a poco se acercaba; hubiera sido una chica más de las que él veía pasar frente a su ventana, si ella no hubiese detenido su marcha justo a su puerta. Era una amiga de su hermana; él no la conocía pero al cabo de un rato, los dos compartían animadamente como si se conocieran de toda la vida. Resultó que tenían bastantes cosas en común y mucho de qué hablar; no se sabe cómo, aquella misma noche los dos caminaban bajo la intensa lluvia que caía, riendo y disfrutando cada gota de agua que los acariciaba.

Y así fue pasando el tiempo y con él, aquellos dos seres se unían cada vez más. En los días eran inseparables amigos, y en las noches, dos enamorados que se sentaban juntos en algún lugar a observar la luna y a pedir deseos a las estrellas. Nunca supieron qué deseo pidió el otro, y no les importó saberlo. Nadie sabe si los deseos se cumplieron, lo que sí se sabe es que ambos miraron agradecidos al cielo, cuando un día unieron por primera vez sus labios en un beso eterno.

A partir de ese momento, cada vez que podían se aislaban del mundo y su sufrimiento, para amarse tierna y locamente... poco les importaba el mundo cuando sentían fluir la pasión por sus cuerpos desnudos, dándole rienda suelta al deseo de sus sentimientos; eran días felices de una pareja feliz; tiempos perfectos para un romance perfecto; ella lo creía el hombre de su vida, y él la consideraba la mujer de sus sueños.

Desafortunadamente no hay nada perfecto y no hay felicidad completa, pues el verano estaba terminando y ella tendría que regresar a su hogar, donde había alguien que la esperaba. Él lo sabía desde que la conoció pero no le importó, pues siempre había conservado la esperanza de que algún día, ella pudiera entregarle totalmente su corazón. Por fin llegó el día de la partida... hubo lágrimas de amargura, de impotencia, de dolor y rabia por no haberse conocido antes; entonces por última vez se fundieron en un fuerte abrazo, y un largo beso que les estremeció hasta lo más profundo de sus almas; pero ya no fue igual que cuando se conocieron: esta vez no pudieron olvidarse del mundo que tantas veces habían ignorado, y ese día aprendieron, que no se puede escapar de la realidad porque tarde o temprano, esta te alcanza. Entonces ella le dijo que su corazón se quedaba con él, le prometió que volvería y se marchó de igual forma que vino aquel día de verano.

Acaba de pasar un año más; él continúa con la frente apoyada contra el vidrio de la ventana, esperando que ella regrese por la misma calle que se marchó un día; continúa viviendo de una promesa y muriendo con una esperanza, que también muere con cada año que pasa... y ella no regresa.

Texto agregado el 11-06-2013, y leído por 172 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
11-11-2013 hermosos, dulce y esperanzador cuento. en la espera del amor vive sus dias. bella manera de sentir un regreso esperado, tierno y encada palabra un placer leerte gracia (alasnegras) por tu regalo, un fuerte abrazo rolandofa
12-06-2013 Buen texto. ammareto
11-06-2013 Disfrutaron el momento...¿no?, es lo único que tenemos, luego... ya se vera. Cinco aullidos yar
11-06-2013 Habría que romper el vidrio y aterrizar a la realidad. Carmen-Valdes
 
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