YA NOS VEREMOS

Aún cuando a más de un amigo o pariente le expresaba mi deseo respecto a que si paraba las chalas quería que eso pasara lo más inadvertido posible o “piola” como dicen algunos, nada de eso ocurrió. Incluso a una hermana le hice prometer que si la situación era irremediable viera la forma de ocultarme en alguna quebrada montañera e integrarme a la tierra que siempre amé.
Y aquí estoy, encerrado en este cajón. Rodeado por una tracalada de huevones a muchos de los cuales no había visto nunca. Lo divertido es que no tienen idea de que los veo a todos cuando se asoman, algunos con sus caras compungidas, otros con algún grado de morbosidad. La bruja me ha quedado mirando varias veces. Le alcancé a captar una lágrima de cocodrilo. Su cara es inexpresiva. Cacho que le importa un bledo haber quedado viuda. Los últimos años no fueron buenos. Es verdad que le puse el gorro algunas veces, sin querer queriendo, pero se que ella no jugó limpio tampoco. Al menos una vez tuvo un enredo ( es lo que supongo). Aunque cueste creerlo mi suegra es la única a la que he visto realmente apenada. Extraño pero cierto. Ah! La Teresita! ¡Guachita rica! Siempre quise tener sexo con ella, me coqueteaba, pero en el momento de los “quiubos” tiraba para las moras. Para puro hacerme sufrir (la voy a penar, por chueca). Al menos los viejos del club se han portado bien. Hasta han hecho una guardia de honor y pusieron una bandera. Gracias muchachos. ¿Y éste? El González, car’e raja. Tiene patas para aparecerse después de todas las cagadas que me hizo, aparte de las ochenta lucas que nunca me pagó. Algo haré para que no se salga con las suyas. Aquí está María, mi último enredo. Valiente, considerando que la bruja la tenía cachada. Está bonita a pesar de un dejo de pena en su carita. En una de esas seguimos el baile en alguna parte. Sepa Moya que es lo que viene. ¡Mi compadre! Viejo querido, cuantas farras nos pegamos y quedamos más cocidos que poto de guagua, cuantas mesas de dominó (una pareja imbatible). Te voy a echar de menos cumpa. ¡Este si que es hipócrita! El Jaime, mi yerno. Nunca nos tragamos y lo acepté por Verónica, mi hija y la guagua que le hizo. El patudo se atracó a la Verito ¡en mi propia cama! A este también lo voy a tratar de cagar. No mucho para no afectar a mi hija, pero algo que le duela eso si. Pasan y pasan amigos, mis hermanos y conocidos. El conchito, mi hija menor, fue la última persona que me dio un beso. El olor de las flores me tiene podrido. No puedo cachar quien es el que está diciendo algunas palabras (puras huevadas). Están apagando las luces. Han cerrado la tapa. Será pues. ¡Buenas noches!