El invierno y la fuerte brisa eran usuales en aquella ciudad,
ciudad llena de rarezas, lugar en el que nos conocimos.
El frío le daba sosiego a los viejos sentimientos y el viento se llevaba los funestos recuerdos.

Él marcó su sonrisa en mi memoria...
Y yo intentaba invadir sus pensamientos.

Las noches fueron más largas que de costumbre,
y el mundo de los sueños notaba cada vez mas mi inexistencia.
El desatinado trago diario buscaba su fin,
quizás queriendo irónicamente sentir, el amargo sabor del olvido.

Es la última noche...
no vengo a suplicarte,
tampoco estoy asediándote.
Estoy aquí brindando con extraños
y bailando al son de tus pasos.

Para mi no existe un mejor lugar donde estar,
sino aquí contigo.
soñando que no te vas,
pensando que te quedarás conmigo.

Pensando nada más...
engañando por un momento la realidad,
sorteando los ineludibles deseos de despertar
y reteniéndote inútilmente en mis brazos.
...