Hay que ser generosos, desinteresados. Deberíamos de donar nuestros órganos, nuestra sangre... todos y cada uno. ¿Deberíamos?¿Debemos? Y, ¿Qué me decís de la "donación en vida"? A lo largo de nuestro viaje nos vamos dividiendo, repartimos un trocito de alma por aquí, un poco de alegría por allá, entusiasmo, consejos, amor, ilusiones... A veces es un intercambio, una mera sustitución de aquello que creemos que no caduca pero, ¿Acaso son muy diferentes 125 gramos de motivación de un riñón?¿Difieren en gran medida kilo y medio de abrazos de un hígado? Todo puede ser más o menos visceral según el momento y estado de ánimo en que se mire. A pesar de todo ningún intercambio es justo, incluso puede no serlo para ninguna de las partes, dándose el rocambolesco caso de que un donante en vida se encuentre con tres riñones o uno sólo, pierda su corazón o sufra la presencia de dos bajo su caja torácica que, en el mejor de los casos no diferirán en todos y cada uno de los sentimientos de su portador. No soy amiga de las reflexiones en voz alta o en tinta sobre papel, prefiero hacerlo en silencio pero, hasta ahora donante convencida, me planteo que esta reflexión sea mi última donación en vida. La Maga