Los elegidos.

El paraíso por fin abría sus puertas. Muchos creyentes murieron esperando este día. Martín, un ejemplo de persona, de pie en su antejardín miraba el vórtice en el cielo. Ansioso esperaba su turno cuando vio ascender a su mascota, luego a su vecino, un mentiroso que engañaba a su mujer. También su suegra flotaba girando como una pelota de playa. En el cielo la espiral de personas semejaba una taza de leche mezclándose lentamente con café. Y Martín, aun sin despegar, no podía creer que la gentuza de su barrio fueran elegidos. Concluyó que aquello no podía ser el acceso al paraíso. Y tenía razón, porque cuando la última persona flotando fue absorbida y el vórtice desapareció, una inmensa bola de luz destruyó la tierra, borrando a todos los creyentes y la religión de la galaxia.