Carta a un conocido
Querido Braulio,
quizás no me conozcas pero yo a ti si, creo que eso sonó cliché. Bien, el punto es que no tienes mucho tiempo y tienes que salir de tu apartamento. No tiene que ver con bombas escondidas en un armario o en la cocina, aunque te juro que sería menos doloroso.
Quizás te preguntes cómo lo sé, pues bien he espiado tu vida. Si logras recordar el tipo que siempre pasea el Chihuahua a las seis en el parque frente a la ventana de tú habitación, o el hombre que se encarga de las reparaciones del ascensor de tu torre o el que hace llamadas sin hablar; todos era yo pero no es el momento para explicaciones, aunque me disculpo por las llamadas.
En este momento tienes que confiar en mí, no hay manera de comunicarnos por teléfono, ellos han chuzado las líneas, además no creo que logre llegar hasta tu puerta pues el perímetro está cercado. No te atrevas a observar por la ventana te descubrirán aunque podrás verme al otro lado de la calle y saber quién soy, pero ese no es el caso. No hagas movimientos bruscos o dispararán. Intenta salir ahora hacia la habitación de tus padres, trata de agacharte. Si ya has llegado busca el arma que guarda tu padre al costado de uno de sus muebles. Si de casualidad tu padre no tiene un arma porque por error supuse que era un policía entonces sal rápido de la habitación, te podrían disparar en la cabeza.
Ve hacia la cocina, allí habrá cuchillos o algo para defenderte. Si ya lo tienes trata de ir muy despacio hacia la sala, con cuidado. Si estás ahí espera a que haga una señal en la pared con el reflejo de luz de un espejo. Si luego de unos segundos no ves nada es porque no encontré un espejo, disculpa. No pierdas tiempo y ve hasta la puerta principal. Allí ten mucho cuidado, trata de observar por el ojo mágico. Si no ves a nadie no te confíes, saben esconderse. Trata de abrir muy despacio tu puerta, aunque será mejor que lo hagas más rápido pues creo que para ese momento ya estarán en tu cuarto. Sal, observa a todos lados, espero que empuñes el cuchillo, no creo que te salve del todo pero en ese momento será tu mejor amigo.
No tomes el ascensor, baja directamente por las escaleras. Cuando llegues al primer piso abre la puerta de la entrada de tu torre. Si no ves a nadie se debe a que ellos ya han tomado el control del conjunto, o quizás porque es la media noche del lunes. Camina despacio y agachado por las paredes del pasillo que te lleven a la portería. No llames la atención de los vigilantes, ellos quizás no sean los porteros de siempre. Baja por las escaleras hasta el garaje. Allí verás que la puerta del garaje se encuentra abierta, eso se debe a que no soy un reparador de ascensores, ni de puertas eléctricas. En realidad soy un escritor que trata de escribir el libro más completo de la historia, aquel donde quepa toda la vida de una persona si la necesidad de acortar ni de ficcionar ni la más minima cosa, pero no es el momento para eso. El portero estará de espaldas, corre lo más rápido posible, corre, corre. A una cuadra de tu conjunto detente. Observa bien pues allí un conjunto de camionetas negras, motocicletas y gente armada con capuchas te rodeará. Si no los ves puede ser porque se esconden así que corre, o puede deberse a que no era el lunes cuándo iba a ocurrir tu muerte, quizás es el martes, siendo ese el caso creo que es mejor que te devuelvas a tu apartamento e intenta ocultar el cuchillo, la gente podría pensar que estás loco. Me disculpo de nuevo por eso.
Por último, espero que guardes la carta junto a las otras, te podrían servir cuando realmente las necesites.
Att. Anónimo.
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