Era una noche tibia de un octubre que miraba ya lejano a un lluvioso septiembre. Esa atmósfera pacifica lejana de aquel sentimiento veleidoso de la pugna del calor y el frió, acogía ese provechoso acuerdo de los contendores para llenar el aire de vida y de goce de aquel que por tratarse de algo cotidiano, aveces pasamos por alto.
Ella acostada envuelta en sabanas y enrollada en abrigos que la aprisionaban como aquellas boas de los programas de fauna, que convierten su propio cuerpo en abrazo adormecedor para sus presas. No daría crédito de la escena que protagonizaba y a la que daba lugar su descansada pose.
Era un batallón de soldados remisos, que aburridos de la disciplina del ejercito decidieron por desertar. El aburrimiento del orden constante es intolerable proclamaba en innumerables consignas ese que los rebeldes decían era su líder. El asunto es que aquella noche sin saber como, aunque probablemente solo apremiados por el escape, es que fueron a dar a su habitación, la recorrieron y observaron,analizaron su seguridad y una vez ya comprobada, comenzó aquello que añoraban la diversión y el relajo se arrojo sin mas sobre ellos, recorrieron la pieza entera en bastos juegos, se desvelaron y armaron una salagarda que a la dormida residente ni inmuto en su sueño de pura suerte. Incluso avanzada la noche y abrigados por el alborozo embriagador, mas de uno se sintió enérgico y temerario, jugaron en sus sabanas y reían una y otra vez ocupando su nariz de resbalin.
Cuando se acabo la noche y el alba daba sus primeros susurro, la alegría se corto de golpe. Cayo altisonante el telón y el animo cambio de forma radical. llegaron los emisarios de la corte marcial, el soldado que los lideraba y que a la vez era el juez, vocifero una frase que los remisos sabían que caería sobre ellos mas temprano que tarde. "El nuestro es el ejercito mas legendario y disciplinado, en nuestro ejercito no hay lugar para juegos. Somos hormigas señores! ¡Hormigas!"
el juez hizo inmediatamente improvisar un pabellón de fusilamiento y los 37 remisos fueron ejecutados sin proceso alguno.
Cuando ella despertó jamas imagino la injusticia que había amparado su sueño.