Mi perro Cholo, fallecido hace varias décadas, era un animal bastante apacible, con sus patitas cortas y sus orejas largas, remedo de un Cocker Spaniel bastante bizarro, ya que su madre, también heredera de esas mismas características, era hija de un quiltro común y corriente. Cabe destacar que el nacimiento del Cholo se produjo gracias a un desliz de su madre, quien escapó como un celaje al ver la puerta de calle abierta. Allí, se topó con un perro con nada de pedigrí, que la poseyó ante la mirada espantada de todos nosotros.
Todo andaba bien con el Cholo, salvo cuando se escuchaba en la radio la guitarra vibrante de Santana interpretando “Samba pa ti”, ya que entonces, sus aullidos partían el alma y uno no sabía si interpretar aquello como una abierta euforia perruna ante el eximio manejo de Santana o una alergia auditiva a los sones sicodélicos del guitarrista mexicano.
Entendía que el oído de los perros es muchísimo más sensible que el de los humanos y bajaba el volumen de la música, mas, el can continuaba con sus desgarradores aullidos. Llegué a pensar en un karma que perseguía al animal desde tiempos inmemoriales, algo que lo condenaba a rechazar las ocultas desarmonías, vaya uno a saber, del virtuoso de la guitarra. Pero, no sabemos si los canes saben algo de musicalidad, por lo tanto, esta teoría mía navegaba en mares sin destino.
O bien, la pegajosa melodía de dicho tema ocultaba un mensaje diabólico, algo que estremecía al Cholo, quien, al no tener el lenguaje para advertirnos de esta amenaza subliminal, se desesperaba y ocultaba bajo la mesa del comedor.
Lo curioso fue que con el paso de los años y sometido el perro a los mismos lujuriosos acordes de “Samba pa ti”, ahora no se inmutaba en lo más mínimo, lo que me sugería que era muy posible que la amenaza que lo asediaba antes, ahora le parecía algo ineluctable, siendo vanos sus intentos motivos para alertar a nadie.
Sé que casi todos los perros aúllan ante cualquier situación y eso no es motivo de alarma para nadie. Pero, a muchos perros los he sometido a la prueba de “Samba pa ti” y ninguno se ha inmutado con los tonos agudos de la canción. Puede ser que ellos consideren que la canción ya está demodé o bien, sus gustos se enfilan más por el reggaetón (tomando en cuenta aquello del “perreo”.
Pues bien, anoche sentí a un perro aullar a lo lejos, lo que no tiene nada de extraño. Quizás era el alma atormentada del Cholo que regresaba desde el más allá para vitrinear los temas musicales en boga…
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