El lavado y el blanqueo de dinero alcanzaron magnitudes escandalosas, revelando extensas redes de delito de guante blanco y corrupción en las que participan grandes bancos y empresas y gobiernos de países grandes y chicos, del centro y de la periferia. La mayor parte de las operaciones de lavado y blanqueo se hacen a través de los centros financieros offshore en los que tienen sucursales todos los bancos y grandes compañías financieras del mundo.
La cantidad de dinero que circula por los circuitos grises y negros del sistema es tan grande que se ha convertido en una amenaza en varios sentidos: implica una gigantesca evasión impositiva, reduce el control de los mercados monetarios de los países afectados y constituye una inmensa "caja" disponible para financiar la corrupción y el delito, por lo cual vulnera los sistemas jurídicos y políticos.
Según el GAFI, "los posibles costos políticos y sociales del lavado de dinero, si no se controla o se maneja inefectivamente, son serios El crimen organizado puede infiltrar las instituciones financieras, adquirir control de grandes sectores a través de las inversiones u ofrecer sobornos a funcionarios públicos y también a gobiernos. La influencia económica y política de las organizaciones criminales pueden debilitar el tejido social, los estándares éticos colectivos y finalmente, las instituciones democráticas de la sociedad. En los países en transición hacia sistemas democráticos, esta influencia criminal puede minar la transición. Más aún, el lavado de dinero está inextricablemente unido a la actividad criminal que lo genera.
La debilidad de los gobiernos y las regulaciones no se debe a falta de visión o de decisión. Se debe a que delitos como el lavado y el blanqueo no son excreciones marginales del sistema económico ni el producto de la actividad de un grupo de delincuentes profesionales, sino que son parte del mismo sistema.
En las redes de lavado y blanqueo se encuentran, además de los personajes marginales especializados en negocios sucios y criminales, grandes empresarios, gobernantes y políticos de primer nivel; economistas y funcionarios de los bancos centrales.
De hecho, las grandes operaciones de lavado y blanqueo que se han detectado en los últimos años nunca podrían haberse realizado sin la tolerancia de las autoridades y las influencias de grandes personajes del poder. Del mismo modo, la expansión de delitos como el narcotráfico o la corrupción de funcionarios gubernamentales es también posible porque en ellos participan grandes empresarios, gobernantes y organismos de espionaje y seguridad de los países centrales.
LOS PARAÍSOS FUNCIONALES
El dinero sucio negro, se lava o se blanquea, en su mayor parte en los paraísos fiscales en los cuales se estima que hay depositados 5 billones de dólares y funciona un millón de sociedades amparadas en el anonimato.
El primer antecedente en la creación de centros offshore es el de Las Bermudas donde ya a principios de siglo se instalaron bancos y compañías de seguros.
En los años setenta se abrieron en Mónaco y en las islas del Canal de la Mancha. Irlanda se incorporó ofreciendo exenciones impositivas a escritores y fue ampliando sus servicios hasta llegar a la instalación de un centro financiero offshore. También hay centros offshore en Hungría, Rumania, Chipre, Madeira, Singapur, Hong Kong, Finlandia y Gibraltar, entre otros.
A fines de 1998 había 4.000 bancos offshore en unas 60 jurisdicciones offshore con activos estimados en 5 billones de dólares. El 44% en el Caribe y Latinoamérica, 28% en Europa, 18% en Asia y el resto en Medio Oriente y África.
En los paraísos se pueden fundar empresas que no están obligadas a publicar sus cuentas ni sus listas de directores y accionistas o depositar dinero en los bancos allí establecidos. Estas características tienen unos 75 de los 570 bancos licenciados en las Islas Caimán y 65 de los 400 instalados en Bahamas.
Muchos de los grandes bancos internacionales tienen sucursales en algún paraíso fiscal y operan en el ocultamiento de dinero.
Las empresas o bancos virtuales no pueden operar por si mismos en la medida que no tienen instalaciones ni personal. Lo hacen a través de cuentas que abren en otros bancos que tienen existencia física en los offshore y que, en muchas ocasiones, son sucursales de bancos que operan normalmente en el circuito formal. Los bancos virtuales que tienen cuenta en bancos formales se denominan "corresponsales".
Los bancos que aceptan como clientes a las firmas virtuales tienen que cumplir ciertos requisitos que dependen del país en que se encuentran, pero, aún a pesar del aumento de las exigencias en los últimos años, los bancos hacen pocas averiguaciones sobre el origen del dinero que reciben: en este punto la línea divisoria entre lo legal y lo ilegal se borran como en pocos lados.
El sistema se complejiza con el procedimiento de "ennidado" (nesting) por el cual en un banco extranjero abre una cuenta en otro banco extranjero que, a su vez, tiene una cuenta en un banco local. De esa forma el origen del dinero se va diluyendo.
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