Mujeres y la religión judía ortodoxa.



Esta nota no es para que lectores nazis, antisemitas, o pro palestinos agarren vuelo.

Es tan solo una descripción actual de la situación de las mujeres subyugadas por los judíos ortodoxos.

En Buenos Aires los vemos por las calles del barrio de Once, con sus atuendos negros, sombreros de ala ancha y largos rulos cual patillas.

El padre va adelante con los hijos varones y su esposa atrás con las mujercitas.

Y esto se explica: las religiones-todas- discriminan a la mujer. La Biblia acusó a Eva de perder, con Adán, el Paraíso porque comió la manzana de la Sabiduría ofrecida por el demonio…y así en más.

Veamos como viven las mujeres casadas con judíos ortodoxos.

Israel no es solamente la tierra santa. También es su gente de todos tipos. Lo que más me llamó la atención eran los judíos ortodoxos, con sus vestimentas, sus esposas, y sus múltiples hijos. La religión es muy importante en este país y el Estado es religioso.

Allí me enteré de cosas que me dejaron anonadado y aterrado.

Hoy opino que, a pesar de que algunos insisten en que la religión, con todo y sus defectos, instaura en la gente cierta moralidad. Pero, en realidad, en todas las religiones hay evidencias de todo lo contrario; hacen que la gente sea mas egoísta, más perniciosa y más estúpida. Para muestra hay millones de botones. En este caso en Israel hay una interesante mercería con distintos botones.

Los Haredim (judíos ortodoxos) ven a las mujeres como inferiores. Con una escalofriante similitud al Islam.

Los Haredim adoptaron una versión del judaísmo con una estricta separación entre hombres y mujeres. Por ejemplo, en Israel hay transporte público que segrega a las mujeres.. En ellos los hombres se sientan adelante y las mujeres atrás. Cuando los ultra ortodoxos se suben a los transportes que no segregan, prefieren ir de pie antes que sentarse al lado de una mujer. ¿La razón? Las mujeres “son impuras, incitan los malos pensamientos, propician el pecado y el alejamiento de Dios.”

Existen letreros en ciertos barrios de ultra ortodoxos que les prohíben a las mujeres caminar por ciertas calles, para que no vayan a rozar sus cuerpos con los de los hombres al cruzarse en su camino. Una amiga, Pili Phillip, iba en bicicleta por un suburbio de Jerusalén. Alguien le lanzó una piedra. Esa no fue su única experiencia con los haredim. Iba por una calle que bordea un barrio de ultra ortodoxos y los hombres le gritaban “prutza” (puta) además de escupirla. Y eso que iba con la cabeza cubierta y una falda bajo la rodilla. Porque hay un código de vestimenta para esconder el cabello de las casadas, pollera que esconda los tobillos y una blusa que tape los brazos y el esternón.

La ropa debe ser holgada y siempre negra. Incluso los cochecitos que usan para sus bebés son de color negro. Estas mujeres no se ven distintas a las monjas católicas, las monjas cristianas ortodoxas o las musulmanas.

La religión aúna el yugo de los hombres sobre las mujeres, bajo “auspicio divino”.

Grupos ortodoxos en Jerusalén lanzaron un edicto religioso donde se les exige a las mujeres que cubran sus cuerpos y cabello “para poder estar limpias de pecado”.

Aunque hoy día parezca difícil creerlo, los primeros sionistas eran anti religiosos, si acaso porque muchos rabinos ortodoxos eran anti sionistas.

Pero opino que un gran culpable de todo fue el ex primer ministro David Ben-Gurión.

quien subsidió a cientos de estudiantes yeshiva para que utilicen todo su tiempo estudiando la Torah: la ley de Moisés; el documento más importante de la religión judía, escrito en hebreo. Eso, en lugar de trabajar o de ingresar al ejército. Ahora, estos parásitos, como les parece a muchos israelíes, no trabajan y viven del erario público.

Además, se reproducen como conejos (es normal para una mujer haredim tener unos 8 hijos) y todos eluden el ejército, cuando el resto de los ciudadanos está obligado a hacer el servicio militar, hombres y mujeres por igual.

Como en todas las religiones, no se contentan con vivir sus fantasías y desvariaciones en lo privado: intentan controlar el comportamiento de los demás, en especial a las mujeres. No trabajan, no van al ejército, segregan a las mujeres y las tratan como máquinas “impuras” de tener hijos. Y también son racistas. Hay grupos de judíos Ashkenazim que se oponen a que sus hijos compartan el mismo salón de clases con los niños Sefaradim porque son “una mala influencia y los contaminan”.

Así que le exigen al ministerio de Educación que los segreguen para que los dos grupos de judíos no se mezclen.

Repito: esto no es para que lectores antisemitas, nazis o pro palestinos agarren vuelo.

Podría discurrir sobre las atrocidades de la Iglesia Católica en su historia, con las Cruzadas, la Santa Inquisición o el encubrimiento de los Papas a curas pederastas.

Que no se pierda mi punto. Cualquier religión envenena todo lo que toca y está diseñada para que pocos privilegiados controlen a las masas y se enriquezcan con su trabajo sin mover ellos un dedo. Causalmente, en todas las religiones, siempre resultan ser hombres los que conforman esta sectas nefastas.