¡ESTÁ TODO DICHO!
Por BENARIEL PINTO
-¿Cómo, Ro?... ¿Otra vez lo mismo? ¿De nuevo con tus dudas? ¡Te dije que me enloquecés!
La semana pasado nos pusimos de acuerdo. ¿Cuánto hace que te vengo proponiendo lo mismo? ¿Cómo que ahora ya no te animás? ¡No, no! ¿Tengo que pensar que otra vez pasa lo mismo? En la última charla, habíamos convenido algo. Ya no tenías dudas. Me dijiste que si. ¿Y ahora?
-Ayer, me dormí mal pensando en tu propuesta y me volvió el dolor de cabeza. ¡Teneme un poco de paciencia! Cuando me mejore un poco, me pongo a analizar tu propuesta. Pero, en serio, ¿querés que diga la verdad?, lo pensé y me di cuenta que estás en lo mismo. ¡Así no va!
Otra vez me hiciste agarrar el dolor de cabeza.
-¡Ro!, es psicosomático. ¡No me vengas con el dolor de cabeza! ¡Es la excusa clásica! Decí que no, y lo dejamos así. Primero decís una cosa, después, otra ¿Sabés lo que pasa?, vivís con el libreto. Viene de tu familia. ¿Lo aprendiste de tu vieja? ¿No?
Fijate en los jóvenes. Andan en otra. Prueban. ¿Si va?... ¡Va! ¿No va?... ¡No va! No te enojes por la pregunta: ¿Es éso de nuevo? ¿Te agarró de vuelta? ¡Te volvió éso!
-¿Cuántas veces tengo que repetirte que ya se me fue? ¡Está enterrado! y por si no te enteraste, ¡lo superé! ¡Además, lo pensé mucho y me di cuenta que te tomás todo a la tremenda! ¡Tampoco éso es tan terrible! ¡Vos tenés la fijación! ¡Olvidatelo de éso! Cuando me lo volviste a proponer, te contesté lo primero que se me ocurrió. Tengo que pensarlo bien.
-¡Un momento, mirame! ¿Otra vez con las dudas? ¡Me estás tratando como si fuera un bebe! Empezaste diciéndome que no quisiste decir lo que dijiste, y que pensás otra cosa, y ¿ahora te salís con que no te arrepentís, y que todavía seguís dudando? ¿No te parece que ya es tiempo que te decidas? ¡Nadie me saca de la cabeza que es éso de nuevo!
¿Y supongamos que sea éso?, ¿y qué pasa? ¡Tendríamos que probar, y listo!, pero al rato me acobardé y empecé a dudar, pensando en que nos puede salir mal. No quiero hacer algo que después nos lamentemos. Se bien qué sentí cuando me lo planteaste. ¡Ahora dudo de nuevo!
-¡Me cansé, Ro! De una buena vez elegí de ese muestrario el color de pintura que preferís.
-¿Cómo? ¿Qué? ¡Yo no estaba hablando de los colores! ¡Hablaba de éso! ¿En qué andás?
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