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Jacobo volvía del trabajo en su coche viejo. Un citroen medio destartalado de color verde botella. En el cruce del hipermercado del barrio, cogió el desvío hacia el este de la ciudad, cosa rara teniendo en cuenta que siempre lo hacía al revés. Pero estaba demasiado ocupado rumiando sus propias inquietudes personales. Una de ellas era que no había inquietudes. La rutina había arruinado su vida, nada lo separaba de la desidia total. Si a alguien se le podía aplicar el apellido de “normal” ese era a él y toda su estirpe...

Llegó a su casa, metió el citroen en un garaje bien ordenado y pulcro, cerró el portón y entró por una puerta, color cerezo, que llevaba directo a su hogar. En el salón, sus hijos siguieron jugando al videojuego mientras su mujer pasaba por su lado, sin ni siquiera darle una palabra de bienvenida.

Durante la comida el viejo televisor de 19 pulgadas les sirvió una ensalada de guerras con atracos, aderezado con un par de violaciones y mal tiempo. De postre, el brutal asesinato del matrimonio González, espantoso...

Esa misma noche llegó la policía y se lo llevó. Lo acusaban de doble asesinato...

...en un callejón oscuro y maloliente, un reguero de sangre caía de la cuneta hasta la calle, algo horroroso había acontecido.

Una mujer, elegantemente vestida, yacía abierta desde la garganta hasta el vientre. Tan solo a dos metros de distancia, un hombre joven, vestido de Armani, yacía con la garganta cercenada y la lengua asomada por la herida, como una corbata.

Ningún documento los identificaba, de ellos solo se sabía que habían sido brutalmente asesinados.

La policía esperaba al equipo forense cuando una pareja de jóvenes bohemios se acercó al capitán y con la voz entrecortada le narraron lo que ellos presenciaron o creyeron presenciar. Gritos, súplicas y un ruido impreciso, que se les antojó como si alguien rasgara un colchón y a un hombre, de mediana edad, cerrando la maleta de un automóvil color verde botella y emprendiendo la marcha. Ambos alcanzaron a tomar el número de la placa patente, por precaución, dijeron al unísono.

“Presunto sospechoso de doble asesinato, huye en vehículo marca citroen, de color verde botella, PPU KN8018, orden de aprehensión inmediata” voceo el capitán a la central policíaca, iniciándose así la cacería ...la cacería de Jacobo.”

Cuando se lo llevaron a detenido lo primero que pensó, fue en el hecho de que por primera vez en su vida, le estaba sucediendo algo inusual. No tuvo mucho tiempo de meditar la idea, de repente todo se le vino encima, días de escándalo, abogados, pruebas concluyentes. En poco más de tres meses, se encontró en la cárcel cumpliendo una pena de 40 años y un día, por doble homicidio. Las pruebas habían sido rotundas y determinantes: “Había asesinado al matrimonio González, con premeditación y alevosía. El móvil era un crimen pasional impreciso, habían supuestas huellas que lo implicaban, hasta testigos..." Ya encarcelado, denigrado, vejado y olvidado su vida no era vida y tan solo quería morir...

Fueron años dolorosos en los que la vejez prematura le golpeó con furia. Caminaba agachado y con la mente caída, arrastrándose por los suelos de la penitenciaría...lo apodaban “el gusano” y fue el preso más anormal de todos, el más vejado, el más hundido en la miseria común y propia. A su paso era obligado echar el salivazo, no por asco, sino por hábito...”da buena suerte” decían allá dentro. Jacobo era un saco muerto, una ruina enclaustrada, un alma polvorienta y reseca, arrugada cual pellejo añejo...

...algo no calzaba, pensaba Pacheco, el oficial de la Brigada de Homicidios a cargo del caso “González”. ¡NO HABIA UN MOVIL Y FALTABAN PRUEBAS!

Veinte años transcurrieron desde que fue aplicada la sentencia y Pacheco aún no se convencía de la culpabilidad de Jacobo. Seguía husmeando, almacenando pruebas, buscando testigos y pensando en lo único que le había llamado la atención aquella noche: “¿Porque no concordaba el recorrido realizado por Jacobo con la declaración de los testigos?”.

Hasta que dió con el dato definitivo, aquel que le permitió poner en libertad a Jacobo, pero éste ya estaba totalmente deshecho. En un informe pericial perdido se exponía que el coche del presunto asesino había sido visto en las inmediaciones del hipermercado del barrio de la Colmenilla, en dirección hacia las afueras, su casa. En la hora señalada del crimen, el autor estaba justo en la otra parte de la ciudad, recién salido del trabajo, y en un informe que nadie quiso leer, quedaba comprobado que él jamás pudo haber sido el culpable...

Cuando Jacobo salió de la cárcel nadie lo esperaba. Fue, con el alma rendida, hacia la estación de trenes, y allí se arrojó a esos ruidos metálicos de la muerte...

Y se encontró ante ella... toda vestida de negro, lo miró con indiferencia y continuo limándose las uñas. “Te noto aproblemado” le dijo, “¿puedo ayudarte en algo?”. Y le dedico una helada sonrisa que lo partió en dos.
“¿Sabes quién soy?¿Has oído mi nombre?, me llamo “Pálida” aunque a veces me dicen “La Pelá”, pero yo no les hago caso porque una cabellera como la mía nadie la tiene.” Descubriéndose la capucha unos hilos de araña blanquecinos que le colgaban del cráneo expuesto.

Roció el aire un lamento y Jacobo supo que se encontraba ante la Señora de los Finales, y se echó a llorar...”Pequeño, pobrecillo mío, no temas, pues no es como te lo pintaron... nada de torturas o miserias, nada de infiernos recalentados... pero debes hacer un último esfuerzo, un réquiem por tu alma, y serás recompensado...”

“¿Recompensado?” El pobre hombre la miró a los ojos del negro perdido y la dama sonrió: ”Debes volver a tu mundo, y traerme los corazones vivos de unas almas extraviadas... una vez que lo hagas te dejaré descansar por toda la eternidad”.

Y así fue como Jacobo volvió a los abismos de los hombres, y en un coche verde botella se dirigió a la condenada dirección que le indicó la Dama...”El Callejón Rivadavia” donde habían sido encontrados los cuerpos inertes y despedazados de los González.

Llegó en el momento preciso en que una pareja caminaba rápidamente por el callejón. Ella, pálida de miedo, comentaba a su marido el pánico que sentía al caminar por ese oscuro sitio. Él, la confortaba diciéndole que a su lado nada tenía que temer, que él los protegería con su vida si fuese necesario y tiernamente le acariciaba la barriguita. El Callejón era el mejor atajo para llegar a tiempo a la cita que tenían.

Jacobo era un espectador inmóvil por el momento, de pronto aparecen en la escena un par de tipos con ojos extraviados y bocas espumosas, rodean a la pareja, se ríen y de entre sus ropas sacan sendos cuchillos de carnicero. Ella grita "Noooooo!", luego suplica “estoy embarazada, no me hagan daño”. Él se interpone como un escudo humano, los maniáticos alzan los cuchillos y Jacobo despierta, coge a los malditos por el cuello y les da un beso congelado, un beso mortal extrayéndoles el alma, esas mismas almas que entregó a la Señora de los Finales.

Los González vuelven a pasar por el Callejón Rivadavia, como si hubiesen rebobinado la película, se repite la escena hasta el momento en que él acaricia tiernamente la barriga de su mujer y ella reconfortada tomo firmemente el brazo de su marido, su protector.

Jacobo sentado en la cornisa, ríe satisfecho y sin darse cuenta lentamente se desvanece.

Texto agregado el 13-08-2004, y leído por 295 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
13-11-2004 Me ha sorprendido gratamente todo el texto, pero sobre todo el final es de película. Mis felicitaciones a ambos por este cuento que es maravilloso. Un saludo de SOL-O-LUNA
27-08-2004 Ufff que suspenso amigos, aunque no soy de éste estilo de literatura, pero creo que lo suyo es de lo mejor. Pues lo leí desde el principio hasta el fin con el corazón apretado. Vaya misterios. Un abrazo para ambos. meci
16-08-2004 Caí sentado al leer este texto. Acostumbro a leer de pie lo que imprimo. Creí encontrarme delante un Jack the Ripper, pero encuentro un tema y un final digno de la mejor literatura de misterio con clase. Ambos autores merecen un aplauso de pié. Con ola incluida. rodrigo
16-08-2004 Esto es canela pura, lobo tú sabes lo que significa eso, de lo mejor que he leido en mucho tiempo por aquí, una historia que podía ser enrevesada la habéis hecho perfecta, una maravilla, de verdad, pedazo de negocio que os habéis montado, no ni ná... barrasus
15-08-2004 Me habeis tenido en en el hilo del suspense. Os felicito. Me ha gustado franlend
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