Me enorgullezco escuchar que mi país es uno de los más felices del mundo; Se me engancha en los labios una sonrisa al oírlo y pienso inmediatamente ¿de dónde diantre heredamos tal aptitud frente a la vida, frente al derrumbe que nos causamos nosotros mismo como ciudadanos de la nación? Pero más que felicidad es optimismo lo que demostramos y siempre sabemos sacar lo bueno de lo horrendo, puesto que creemos que las cosas no pueden ser peores (y en muchos casos, nos equivocamos). Tal grado de optimismo, me hace traer acotación un pasaje de mi querida abuelita, expresando de forma orgullosa la gratitud de Dios, que nos brinda el papel higiénico en lugar de la corrugada tusa que nos limpiaba el alma en tiempos arcaicos. En un país donde exportamos petróleo e importamos papel higiénico, no logró comprender de qué manera cuerda y racional llegamos a este punto en la historia.
Pero sin duda, seamos optimistas, como estudiantes y como futuros docentes. La certidumbre sobre el paro laboral de los docentes casi se ha convertido en una pregunta filosófica en el día día del estudiante durante el presente semestre ¿habrá o no habrá clase hoy? no llega una respuesta clara y nos llevaba a filosofar entre los derechos de los docentes y el deber ser de cada uno de ellos.
En este sentido, comparto la petición del aumento del sueldo para los docentes aunque aparentemente perjudique al estudiante, es la única presión pacifica que puede ejercer el cuerpo docente universitario sobre el Ministerio de Educación Superior; en vista a esto, se siente la preocupación obvia de perder el semestre, el PAENA entre otras cosas, pienso en la realidad y me atrevo a confesar una triste premonición:
Juan, un estudiante de la UPEL en su fase de Ensayo didáctico o F.I.D.A es asignado al liceo Lizandro Alvarado para ejecutar sus clases en la misma sección donde se encuentra inscrito su hijo, tristemente el Estudiante especializado no puede explicar su contenido y se ve impotente frente a todos en el aula; durante el desarrollo de la clase, su hijo se le acerca y le pregunta:
- ¿por qué? ¿Porque no puedes enseñar como el profesor ejemplar que imagine todos los días?
Juan se acuerda con rencor de todos sus profesores universitario que no le pudieron preparar para poder ser un profesor capaz de enseñar alguna especialidad durante su práctica docente, pero en ese instante reflexiona sobre su situación y se percata que en la universidad los profesores enamorados de su profesión y comprometidos en su formación se retiraron para subsistir económicamente trabajando como vendedor de ropa, chofer en una línea de taxi, mesero en restauran; y el profesor que más admiraste y que pudo defender tus derechos como estudiante, no volverá para explicarte como te ganaras la vida enseñando, enseñando a tu propio hijo. Así, cuando veas que tu hijo o hija supere el 6to grado y no pueda multiplicar o leer bien, y posiblemente sea un mediocre por falta de un docente comprometido en su formación, te darás cuentas que nada podrás hacer para recuperar la educación de calidad que propone la Constitución y que alguna vez te propusieron tus profesores universitario antes de irse de la universidad por culpa un mísero salario.
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