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Patricio, uno de mis mejores amigos, vivió en un departamento embrujado. Era un dos habitaciones común, un Camp y Berca, que compró muy barato hace dos o tres años.
Yo escribo cuentos. Desde mi juventud me la he pasado escribiendo historias imaginarias, poniendo a personas ficticias en situaciones inesperadas. Pero ninguno de mis personajes ha experimentado nunca algo tan inverosímil como lo que le sucedió a Patricio en ese departamento. Por más disparatadas que creamos que son nuestras invenciones, nunca pueden igualar el carácter imprevisible de lo que el mundo real escupe continuamente. La realidad exagera.
Al poco tiempo de mudarse me llamó de madrugada al celular y me dijo:
- ¡Hay una mujer gritando encerrada en la baño, voy a forzar la puerta, sino te llamo en cinco minutos llama a la policía!.
Otras noches llamo diciendo que se abrían y cerraban las ventanas corredizas del living, que se bamboleaba la araña del techo o que se encendían solas las hornallas de la cocina. Les juro que a la tercer o cuarta llamada de ese tipo van a comenzar a apagar sus celulares antes de irse a dormir y a preguntarles a sus otros amigos por un buen siquiatra.
A los pocos meses empezó a tener problemas en el trabajo. Estaba cansado todo el tiempo, adelgazó muchos kilos y llegaba tarde a todos lados. Se excusaba diciendo que la señora no lo había dejado dormir en toda la noche, que había estado apagando y prendiendo las luces del baño, tirando al piso los libros de la biblioteca, golpeando las paredes y abriendo las ventanas. Sin embargo ninguno de los que lo visitábamos veíamos nada anormal en el departamento.
Estoy hablando de un tipo práctico, que hoy tiene un negocio de electrónica y que nunca, hasta ese momento, había creído en fantasmas.
Todos pensábamos que se estaba volviendo loco.
Una de las amigas de mi ex novia, Pilar, dice que puede ver el futuro. En lo mejor de una charla, te puede arruinar la noche, tapándose de pronto la boca con la mano, ahogando un grito y reclinándose para atrás con los ojos como platos y una expresión aterrada en la cara.
Luego de que todos le insistan en preguntarle que vio, te toma de la mano con lágrimas en los ojos y te dice, que no maneje en la ruta por los próximos años. ¡Por los próximos años! ¡Yo trabajo de vendedor de repuestos de maquinaria agrícola vivo arriba del auto!
Por suerte las predicciones de Pilar se cumplen menos que las de Lilita Carrió y yo sigo acá, vivito y coleando, y manejando más de tres mil kilómetros al mes.
Pilar quedó medio chapita después de estar unos meses en Salta viviendo con una comunidad de tipos que adoraban la arcilla, o la pachamama o algo así. Siempre esta reclamando atención y haciendo comentarios del tipo, como me molesta que los tipos se anden baboseando cuando ando en biquini. o me molesta esta cadena de oro por que es demasiado pesada. Ese tipo de chica. Pero bueno, esta buena y Patricio necesitaba a alguien para dejar de pensar en fantasmas. Dos negativos hacen un positivo, eso dice la matemática.
Para el cumpleaños de Patricio planee realizarle una fiesta en el departamento, invité a Pilar y a una docena de amigos y vecinos del departamento que no tienen ningún tipo de tara extrasensorial. Pilar estaba muy emocionada invitaría a una amiga. No me dijo que esa amiga era una medium.
Ni bien llegó ya le agarré bronca, se llamaba Amanda, era una flaca de unos veinte años, con muy buen lomo y vestía una túnica de colores como una hippie de los setentas. Patricio se sentó con ella y dejo de prestarle atención al resto de los miembros de la fiesta. Por un momento pensé que le había gustado más que Pilar y que le estaba siguiendo la corriente para levantársela. Me acerqué y los escuché hablando de viajes astrales, energía cósmica y telequinesis. Ella decía ser especialista en viajes a vidas pasadas, que en otra vida había sido quemada por bruja en Francia. Una sarta de pavadas que solo un tipo que tiene ganas de culearse una mina se puede fumar.
Nicolás, un amigo que es violero de un grupo de heavy metal, estaba con la novia. Habían puesto un cd de Hendrix a todo volumen y prendido un par de porros. Estaban en la suya en el dormitorio y si bien la música estaba demasiado alta no molestaban a nadie.
El problema empezó cuándo Amanda les fue a pedir que apagaran la música por que quería convocar a los espíritus que vivían en el departamento.
La novia de Nicolás, Celeste, la empezó a putear.
Amanda sin inmutarse la miró y le dijo que había alguien que quería hablar con ella.
Le dijo que la persona que había encendido todas las luces querría hablar con ella y le describió s esa persona que se llamaba Elisa. Ante mi sorpresa Celeste se quedó muda y luego se puso a llorar. Nadie, ni Nicolás, conocía la historia que le acababan de relatar. Elisa era la madre de Celeste, había fallecido cuando era chica. El día de su entierro, al volver a la casa, encontraron todos los electrodomésticos y las luces prendidas. Todos recordaban haber cerrado las puertas y apagado todas las luces.
Luego le dijo que no llorara, que ella era feliz como nunca lo había sido en su vida, que estaba muy bien y que la iba a cuidar.
Ahí exploté. Eso es lo que hacen todos esos charlatanes de feria para sacarle la plata a la gente, les dicen que están bien y luego le cobran trescientos mangos por sesión para que su madre muerta les cure todas las angustias. La hija de puta en lugar de cogerse a Patricio, que es para lo que la había invitado, habia hecho mierda a una de mis amigas.
Empecé a burlarme de la medium con las cosas que escuché que estaba hablando con Patricio. No recuerdo exactamente que le dije, pero intenté ser lo más irónico posible.
Pilar saltó a defenderla -era una de las que pagaba trescientos mangos, no sabía pero no me extraña- nos pusimos a discutir entre todos. Fui hasta el dormitorio y volví a poner el cd de Hendrix. A los pocos segundos se cortó la luz. Durante unos segundos todos gritaron asustados.
Cuándo volvió la luz Amanda había entrado en trance. Bailaba en círculos con la mirada perdida.
Me miro y me dijo que: Aurello Vencenti, mi abuelo, quería hablar conmigo
- El me dice que quiere pedirte perdón, que fue demasiado cruel, que no tendrías que haber dejado de jugar al tenis. Qué el solo queria darte una lección. Al final solo eran tres pelotitas
Se refería a una historia que casi había olvidado. Casi la había olvidado por que nunca se la había contado a nadie en veinticinco años pero la recordaba perfectamente. Fue la vez que robe unas pelotitas de tenis en el club. Tenia siete u ocho años, en esa época iba todos los sábados al club con mi abuelo. Yo jugaba con unas viejas, peladas, veteranas de cien frontones. El tubo lo encontré en el buffet. Eran unas Slazenger, importadas, el tubo era de lata y venían cuatro pelotitas en lugar de tres. Mi abuelo se dio cuenta cuándo llegamos a casa pero no me dijo nada. El sábado siguiente me mando al frente adelante del viejo que era el dueño de las pelotitas. Tuve que pedirle perdón delante de otros cinco viejos. De postre me dejo dos horas en la portería vigilado por el guardia. Me dijo que la policía iba a venir a buscarme. Nunca volví a jugar al tenis ni a confiar en él. Mi abuelo nunca se lo contó a mis padres, los viejos del club están muertos o totalmente gaga. Durante veinticinco ese había sido mi secreto y el de mi abuelo y esta mina quería que se los cuente a mis amigos borrachos. Ni en pedo iba a darle la satisfacción de admitirlo.
- No me vengas con esa, a mi abuelo lo conocieron la mitad de los que están acá. Era un viejo que estaba en el club de lunes a domingo. Lo de las pelotitas no tengo idea de que me estas hablando
- Capus, solo quiero que me perdones.
Capus era el sobrenombre que me había puesto mi abuelo. Lo usaba solo el y mamá. Celeste seguía sollozando en el dormitorio. La muy tonta. Me fui a servir vino volví sonreí y dije:
- Dale seguí que me estas dando una idea para un cuento.
Ella no me contestó y siguió bailando. Todos estaban pendientes de ella. Hasta Celeste había dejado de llorar. Ese silencio era su victoria, no mr iba a rendir así de fácil, le dije lo primero que se me vino a la mente.
- Preguntale si dejo guita escondida en algún lado.
Algunas risas nerviosas. Algo es algo, se estaba rompiendo el embrujo.
- Preguntale si se ven con la abuela, mamá quiere que le pase la receta de la torta de nuez,
Más risas
- Dice que esta bien que es feliz. Que quiere que vos seas feliz como él.
- De nuevo la misma cantinela. Lo que dicen siempre, un poco de consuelo, un poco de esperanza. Así se aprovechan de la gente que tiene muertos en la familia, Si fueran unos freaks no joderían a nadie. Pero no, estos te manipulan, se saben dos o tres trucos de feria. Si pagara seguro que la próxima me da la receta de la torta que mi abuela no hizo nunca.
Encendí la mecha y comenzó una discusión que terminó en política. Durante los primeros años del kirchnerismo todas las discusiones terminaban en política. Luego se empezaron a ir y media hora después se había terminado la fiesta. Un fracaso, Patricio había quedado más loco y sin ponerla, Celeste llorando, Pilar enojada se fue sin saludarme, la Señora ausente sin aviso y yo con la historia de mi abuelo atragantada.
Meses después consiguió vender el departamento y se mudó a uno por Pellegrini cerca del parque. Sé por Facebook, que ahora tiene un negocio de electrónica y una nena chiquita. Hace años que no nos vemos.
Aún hoy me cruzo de vereda si tengo que pasar enfrente del departamento. Estoy tomando clases de tenis.

Texto agregado el 29-05-2013, y leído por 114 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
29-05-2013 Entretenido relato y, ¿sabes? tienes razón al afirmar "que la realidad exagera" (eso pasa a veces); y que el tener experiencias extrasesoriales a veces se transforman en "taras extrasensoriales". ***** simasima
 
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