Ayer te vi.
Hoy entra el sol a través de las persianas inundando de rayas luminosas la habitación, que de vez en cuando bailan al son del aire que mece la cortina, un ramo de margaritas mueve sus tallos, dentro del agua, cada vez que intento alcanzar algo de lo que hay sobre la mesa. La música, mi música, esa que hice tuya, sin que tú lo supieras, entra por mis oídos y revuelve los recuerdos que tengo de ti.
Te recuerdo, cómo quien ve una película, y siempre me siento cómo si dos bisontes estrellaran sus enormes cabezas, haciendo temblar con sus rugidos cada átomo de este mundo, que es menos mundo, porque tú no estás conmigo.
Dime si a ti te ocurre lo mismo, cuando recuerdas nuestro tiempo en común...
Ayer te vi. Bailabas delante de una pared de cristal, algunos de tus alumnos te miraban, te observé y tu baile alegró mi corazón por unos momentos.
Noté que te sentiste algo azorado, quise creer que bailabas para mi.
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