YO LA PUTA
…-señora, si usted no es más precisa no entiendo donde pretende llegar. -Vea señor comisario, quiero ser clara muy clara, usted es la clase de hombre que necesito y al encontrarlo justamente acá, se, que es Ud. el hombre que busco. Yo soy una mujer sin escrúpulos y eso lo debe tener muy pero muy claro.
-Debo entender que hará una declaración. -No, nada de eso, estoy con usted solo para proponerle un negocio, un negocio en el que juega el señor comisario un papel fundamental…-Un momento señora, no la conozco y creo que se equivoca…-No se apure comisario, no se apure, si vamos hablar de negocios, no debe movernos el apuro.
-Ya le digo que con usted no tengo que tratar negocio alguno, me está incomodando además de quitarme tiempo, le ruego que se retire y…
-Le dije que no se apure, antes de irme, mire estas fotos y estos documentos.
Se le humedecieron las manos, las palabras fueron más lentas, pálido, devolvió los documentos y las fotos.
-Tiene razón señora, podremos hacer sin dudas muy buenos negocios.
-Lo espero a cenar esta noche en mi casa, uno de mis empleados pasará a buscarlo a la 20hs. En punto.
El golpe de la puerta se sintió en toda la casa. Cuando la pequeña Sabrina miró en el interior, escuchó a su padre gritar.
– ¿Donde está tu hermana?
La hermana de Sabrina, solloza, acurrucada en la cama, le sangra la boca y la nariz, tiene las ropas desgarradas, tiembla mientras el hombre se desnuda.
Sabrina corre al cuarto de su madre. En un rincón sentada, temblando, abrazó a la hija, apretándola con fuerza. –Debes irte, por favor ya, ya, no esperes más.
Nunca supo donde pasó esa noche, ni la otra, ni las que le siguieron. Se acostumbró al hambre, al calor y al frío. Tampoco supo como llegó a ese lugar.
-Me llamo Felipe, si querés te puedo llevar a la casa de unos amigos, te van a dar trabajo y comida.
Felipe tendría su misma edad, sucio y harapiento, un hilo de baba le corría al hablar, cojeaba del pie izquierdo y una de sus manos permanecía doblada sobre la muñeca sin movimiento.
Hicieron pasar a Sabrina, mientras Felipe después de recibir unas palmadas en la espalda, se retira sonriente con unas monedas en el bolsillo y un poco de comida.
La pequeña Sabrina, se bañó, le dieron ropas limpia y permaneció algunos días en la cama hasta que se curó del resfrió. Comenzó a recuperar sus colores y las ganas de vivir.
-Sabrina. Respondió cuando le preguntaron por su nombre. –No tengo documentos ni se donde estoy. Sabrina contó su historia… –A partir de ahora te llamás Alejandra, vas a tener documentos nuevos y tu padre no te podrá encontrar.
- Bueno Alejandra ya es hora que empezar a trabajar.
Llegaron a una casona alejada, sobria y rodeada de árboles. – Este será tu lugar de trabajo, vas a vivir acá.
Entraron cuatro mujeres un poco mayor que ella.-Te van a enseñar tu trabajo. A una señal del hombre las cuatro comenzaron a desnudarse mientras bailaban. Uno de los hombres que acompañaban a Álvarez se desnudó también y comenzó a bailar con las cuatro mujeres, mostrándole a “Alejandra” todos los secretos de la danza y las aberraciones.
“Alejandra” desesperada intentó salir, sintió una mano, apretando su brazo, después la tiró en el centro de la habitación. – Desnúdate. La muchacha no se movió y el mismo Álvarez la levantó, le arrancó las ropas y la sometió de todas maneras, después la entregó a sus hombres. -Ese será tu trabajo, mejor que no pienses en escapar, porque las cosas serán peor para vos. Ya sos una puta, mi puta.
Una semana después, con una de sus compañeras Alejandra se fugó. A punto de ser atrapadas, entraron a la comisaría. El comisario en persona les tomó la denuncia, después de un interrogatorio minucioso.
– No tienen documentos, no saben donde están y pretenden que les crea.
Después se las entrego al Sr. Álvarez
Alejandra desnuda, con las manos atadas, vio violar por última vez a su compañera de fuga antes que sonara el disparo que Álvarez ejecutó. –Es la segunda vez que intenta fugarse, a mi no me gusta la gente que no aprende, ella no quería aprender.
Don Aurelio Jiménez, estanciero, se sentó en un lugar casi oculto en un rincón del bar en el quilombo. Un rato después estaba sentado en la única silla junto a una mesa en el cuarto de “Alejandra”; ella se empezó a desnudar, don Aurelio le hizo una seña, “Alejandra”, despacio, con odio y miedo se acercó. Le pidió que se vistiera, se sentó en la cama muy cerca del hombre, el le mostró una foto.- Es mi hija, tenía tu misma edad cuando desapareció.
Le costó mucho convencerla, que le creyera, que confiara en el. Las visitas se dieron durante tres meses cada quince días, en ese tiempo, le indicó todos los detalles a tener en cuenta para la fuga.
Don Aurelio pagó mucho para tener el privilegio de esa mujer solo para el.
- No temas, te van a estar esperando, te lo aseguro nadie te podrá encontrar, vas a otro país y tendrás noticias mías, también podrás volver con tu madre.
-¿Cual es su nombre señora? no se aun quien será mi socia.
La mujer le extendió la mano. -Mercedes Aguirre, de profesión puta, señor comisario. -Señora, dirá, trabajadora social, suena más…delicado, menos humillante, La mujer se sonríe. -No señor, puta, así, humillante, una se acostumbra, ya no duele, sobre todo lo sabe.
-Pasemos al comedor, la cena está lista y lo demás invitados esperan. -Caramba pensé que era el único. -Nunca le dije que los negocios nos pertenecían solo a nosotros dos.
El comisario volvió a palidecer cuando reconoció a los tres hombres sentados a la mesa.
Don Alfredo Álvarez, dueño del prostíbulo y sus dos hombres de confianza.
-Señores al parecer somos todos conocidos. -No todos Ud. No señora. -Bueno pero ya nos iremos conociendo, por ahora disfrutemos de la cena, que es en honor de ustedes, después trataremos los negocios. -Señora Aguirre, yo no acostumbro a discutir negocios delante de mis empleados. -No se preocupe puede que cambie de idea, por el momento solo nos interesa la cena; caballeros un brindis. -Por buen futuro y larga vida para ustedes.
-Espero que hayan disfrutado. -Todo de primera se nota que es Ud. mujer de mundo.
-Debo reconocer que mucho más de lo que ustedes piensan. Bien Sr. Álvarez, le decía al Sr. Comisario que soy una mujer sin escrúpulos, eso justamente será el detalle que nos permitirá llegar a un acuerdo sin muchos protocolos. -Pasemos a la sala por favor. Pónganse cómodos.
A una orden de la mujer entran cuatro mujeres jóvenes. –Pero… ¿que hacen acá mis empleadas? -Dirá sus putas, sus esclavas, Álvarez. -Bueno…como sea, pero esto no lo autorizo. -Ud. se sienta, no autoriza ni decide nada. Mejor tiene calma y escucha. Uno de los hombres de Álvarez saca una pistola, suena un disparo y el hombre cae, con un hilo de sangre en la frente, el disparo fue de un arma de bajo calibre. De algún lugar salio, nadie sabe de donde. -¿Algo más que agregar caballeros? -Le pedí calma, además le dije que soy una mujer sin escrúpulos, de poca paciencia, igual que Ud. Álvarez.
-Creo que está comenzando a entender. -Este es el plan, el Sr. Comisario lo arrestará a Ud. por asesinato. ¿Va comprendiendo? -Señora no tiene ninguna clase de pruebas para incriminarme en nada. -Por eso están acá Ud. Y sus hombres… bueno su hombre, para darme esas pruebas. Antes les contaré una historia, una historia que me permita presentarme mejor. -Recordarán sin dudas un trágico accidente ocurrido hace veinte años, un accidente en el que perdieron la vida tres policías y el comisario al cual reemplazó Ud. –Esto ocurrió el día de la fuga de una de sus empleadas. En ese accidente también murió don Aurelio Jiménez, un distinguido cliente suyo… Álvarez; además dueño de esta estancia. -Bien, don Aurelio, no era su cliente, el envistió de frente el auto de la policía, me lo confesó en una carta que recibí junto a las escrituras de esta estancia, la recibí en Paris. Me aconsejó tomarme tiempo, no apresurarme. Míreme bien ¿no me recuerda? -Ud. mató delante mió a la otra muchachita con la que escapamos, después me dijo: -ella es la segunda vez que se escapa, no creo que aprenda, a mi no me interesan las personas que no aprenden, pero siempre les doy una oportunidad, nunca llegan a la tercera, métete eso en la cabeza. -Ahora solo nos queda esperar que Ud. o su hombre nos den datos del lugar en que están todas sus victimas sepultadas. -Eso es una fabula, nadie va creerle ni encontraran ese lugar.
La mujer hace sonar los dedos y dos hombres entran y se llevan al segundo de Álvarez.
-No se preocupe comisario, ese hombre estará pronto ansioso por declarar.
Álvarez, ahora es su turno, desvístase…que se desnude le digo, igual que nosotras, eso es, si, si, lindo cuerpo para su edad, con ese culito será una buena mujer para mis amigos, tengo buenos amigos en la prisión, con dinero todo se consigue, eso lo sabe muy bien. -Yo los visité durante algún tiempo, mejoré su estada en la prisión, siempre resultan gente agradecida. -Lo conocen muy bien, me encargué de eso, lo están esperando con muchas ansias. -Verá lo que se siente al ser usado, que su cuerpo no le pertenezca, que su vida no sea suya, sentirá, sentirá el desprecio y el goce ajeno. -Yo soy puta, no una trabajadora, por lo que se me pagará, según lo presentó, después de violarme con sus hombres, vas a trabajar me decía Ud. tendrás tu propio dinero y con el tiempo serás una señora. -Pero yo sigo siendo una puta, siempre seré una puta. Ud. Fue uno de los que me hizo una puta, el otro fue mi padre, pero el ya esta muerto; le dije no tengo escrúpulos, pero eso lo reservo para tratar con gente como Ud. -No tengo nada que perder, ni nada porque vivir, esto, en esto se convirtió mi vida. De eso le doy gracias a Ud.
Álvarez saltó hacia delante, pretendiendo alcanzar a esa mujer, matarla o que lo maten.
Ella ni se movió de su asiento, la puerta se abrió y un puño se estrelló contra la mandíbula de Álvarez. –Estaba segura que trataría que lo maten, pero ese no es el propósito, es preferible ¿no? -Ud. debe vivir muchos años, ¿no recuerda el brindis? -Nada es casualidad, todo está calculado, será amado y mimado, sabe bien como se debe tratar a un cliente, de esa forma será su vida en adelante y lo van a cuidar para que no muera, Ya ve, me ocupé mucho de usted Álvarez, se lo merece, tiene el cielo ganado.
Comisario… su pena será, menor. No es que sea usted mejor que esta rata, lo necesito en su lugar y trataré de convertirlo en un buen funcionario, será además mi seguro de vida. Dispuse de mucho tiempo para armar esto, le digo que cuento con un plan alternativo, por si esto falla y le aseguro que si lo conociera, pediría este desesperadamente, lo pediría a gritos.
Se encargará que en este pueblo jamás se abra un prostíbulo, buscará con todos sus recurso a cada desaparecida, si alguna mujer quiere ser una trabajadora social, ese es un problema de ella y para ella. Cuidará que nunca me pase nada, porque si muero o me inculpan de algo, sus datos saltan a la luz y seguirá rápido su camino junto con el Sr. Álvarez. Debe rezar para que mi vida sea larga y placentera, en una de esas me apiado de usted y decido conmutarle la pena; pero nunca lo sabrá.
Cuando la señora Aguirre despertó, lo único que vio fue, la joven, avejentada y desgastada imagen de “Alejandra” que insistentemente le devolvía el espejo, en una pieza del prostíbulo.
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