Vuela la efusiva, la evasiva, el misterio de tus ojos contemplándome, la magia que persiste detrás de vuestra mirada me hace libre, por eso nunca dejo de mirarte, clama alevosía de un engaño, permíteme ser yo el protagonista, niego de manifiesto que sea fácil objetarme de ti de tu cuerpo de tu pasión desenfrenada, es una historia de nunca acabar, el pétalo que cae es la silueta de tus besos conforme a un placebo imperceptible, se nos va el quehacer sensato, se nos escapa la figura cercana, eres el rocío que me enjuaga y me libera, sentido de una faceta magnánima , me iré de viaje pero me quiero ir contigo, dime cuándo y dónde necesito saber que flagrancia necesitas para admitir que me extrañas, y el refugio de un consuelo es el calor penetrante hasta las entrañas. Me espero, te espero y aguardo penitencia, pagarás este delirio, pagarás este necesitarte tanto, estás matando las ganas y las reavives cuando quieres, cuando deseas te mueves al paso de un régimen taciturno, noctámbulo te busco y te empeñas en hacer nefasto este fugaz momento que se hace eterno en tanto te pierdes, en tanto te encuentro.
La sentida huida de tu partida, inquieta este sentir, este querer intermitente, porque a ratos te odio, bueno no a ti, pero odio esta manía que me vuelve loco, que me tiene profundamente encolerizado por estar así, sin ti. Culpable soy de esta situación que tiene nombre, tu nombre. Que evoca sentires extraños, como un fantasma te sitúas entre la niebla de lo inexplicable, de lo confuso que me vuelvo al tratar de componer piezas rotas y entablar conexiones caídas, quebrado está el deseo no correspondido, quebrada está la raíz de tu erróneo argumento al callar, al decidir estar en la ausencia más sensible que hace extrañarte en arte y parte de esta historia, como la sinoidal y fluctuante marea que converge en un farol dormido me siento y espero impaciente el término de esta incertidumbre certera, que entristece el navegar de este capitán que te sueña como la sirena que inventa y este sueño alimenta.