Cielo gris y minigotas de agua,
son lágrimas que lloró mi alma.
Pero el milagro del sol apareció
y el cielo en azul se convirtió.
Pues mi llanto poco a poco se acabó,
y es por un ángel que a mí llegó.
El infierno que vivía se volvió aire fresco,
porque cuando tú llegaste; fuiste mi refresco.
El sabor más rico de la vida;
es la amistad que me diste.
Mi felicidad floreció,
aunque era prohibida.
Y ya jamás me sentiré triste.
Porque ahora sé que eres mi amiga;
acércate a mí, no estés escondida.
Comencemos a enriquecer este cariño
que nunca lo tuve cuando fui un niño.
Te quiero mucho y tú bien lo sabes,
mantengamos esta relación siempre estable.
(Miguel Andres Vásquez) Derechos reservados
Texto agregado el 26-05-2013, y leído por 152
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