El mundo está hecho de tradiciones, culturas, razas, tribus, formas de hacer las cosas. Cada quien se las arregla para vivir como puede. Los gitanos han vagado por el mundo desde tiempos inmemoriales. Son un grupo que se mete entre los engranes de la sociedad. Son carroñeros algunos, divertidos, libres, astutos, tienen una mística interesante a su alrededor. Y este es el punto al que quería llegar. Esos ojos gitanos son como ningunos. Quedé enamorado de esa gitana que vino a preguntar a la casa si ocupaba yo sus servicios. Ha venido dos veces y le gusta venir cuando estoy solo, cuando no están mis papás, como si quisiera robarme. Dice que lava los pisos por una cooperación voluntaria. Pero son sus ojos los que me atrapan. Yo nomás le digo que no. La primera vez le dije que no y se fue, y luego corrí a verla por la ventana y en ese instante me cachó con sus ojos gitanos, puro misterio y seducción. La segunda vez mi hermano fue el que abrió y yo me quedé detrás de la puerta viendo a través del cristal. Ese cristal no deja que se vea de afuera para adentro, aún así sentí su mirada de ojos gitanos, soñadores y perversos. Entonces le conté a mi hermano quién era esa chica. Yo intuí que era gitana. Y que quería follar y después quién sabe. Yo creo que esa chica es capaz de volverte loco y sacarte todo el dinero y hasta el alma. Debe ser una fiera en la cama, es la seducción que acuñaron sus antepasados y ahora sale como natural. La gitana anda mal vestida y un poco sucia, pero a nadie le importa con esos ojazos llenos de furia. Quisiera decirle a esa gitana que pasara a limpiarme la casa y después irle preguntando de dónde salió cosa tan encantadora. Entonces, antes de poder pensarlo, ella se montaría sobre mí y terminaría por quedarse con mi dinero, mi cordura y mi alma. Quisiera saber cómo lo hace esa serpiente humana. Sus métodos deben ser finos y efectivos. Una delicadeza inmunda. Quisiera pertenecer a su mundo por un instante. Ella me llevaría a esa aventura que necesito para poner fin a mis días. Me imagino un cuarto sucio, me la imagino trayendo de comer, comida birlada a un incauto, porque me quiere y hace eso porque me quiere. Con dinero obtenido de la prostitución y de la estafa. Pero poco dinero, no mucho, solo lo suficiente para seguir amándonos, y seguir viendo cerca, muy cerca, esos ojos gitanos. |