Recuerdos, recuerdos de ti...
Recuerdo aquellos momentos en que estábamos siempre juntos, jugábamos como si nada fuera mas importante que eso. Pasábamos horas juntos cada día. Yo, tímida, vergonzosa, algo loca, arisca, fría e ignorante... vos loco, gracioso, sin vergüenza!, enamorado (a tu manera). Yo vivía en mi mundo de ignorancia, nada me interesaba, absolutamente nada y menos si se trataba de alguien que me quería, no me interesaban esas cosas. Pero a pesar de mi ignorancia me di cuenta de que algo te ocurría conmigo. Tú tratabas de decírmelo de mil maneras diferentes pero de una forma u otra luego te arrepentías y tratabas de ocultarlo nuevamente, yo me daba cuenta de eso. Siempre buscabas la forma de acercarte a mi, pero con migo todos tus intentos fracasaban, yo era (y sigo siendo..) algo arisca, como un animal salvaje al que tratan de domesticar pero todo intento es en vano, odiaba las caricias, abrazos y toda clase de demostraciones de afecto. Si bien yo no sentía nada por ti (ni por nadie, creo) no voy a negar que me gustaban un poco, solo un poco, tus jueguitos... más que gustarme me divertían. Pero llegaba un punto que sentía que no podía respirar, me asfixiabas, todo el día sobre mi, no me dejabas tranquila ni un minuto, y yo me enojaba por eso... Pero ahora te entiendo, tarde ya, pero lo entiendo. Tú me querías y yo también, solo que a mi manera. Pegarte, paliarte, intentar que te alejaras de mí, era la forma en que yo demostraba mi cariño. Luego de un par de años recuerdo que me llamaste, yo...aún algo ignorante, no entendía para que querías verme, o no quería entender... Me acuerdo que me dijiste que sentías cositas por mí, y otras cosas que no tiene sentido mencionar. Me preguntaste si yo quería tener algo contigo, yo te quedé mirando con cara de "¿qué decís? ¿estás loco?" pero cuando iba a decirte eso que estaba pensando, no dejaste que hablara y me dijiste que me tomara un tiempo para pensarlo bien. Lo pensé un poco y aunque moría de ganas, te dije que no, y ni siquiera te lo dije en la cara, me sentí muy infantil. ¿Sabes por qué te dije que no? porque tenía miedo, miedo a no ser quien pensabas que era, miedo a que no fueras quien pensaba que eras, miedo porque para mi eso era, y es, desconocido, en fin... mil excusas más. Pero en realidad te quería, te quería mucho y nunca me anime a decírtelo, te quería en silencio, te quería para mi... Las mañanas se me hacían eternas en la escuela, mientras las profesoras hablaban yo solo escuchaba tu voz, e imaginaba tus ojos, y solo pensaba en tí; por las tardes seguía extrañándote y no veía la hora de volver a verte, aunque cuando te veía agachaba la mirada, quería que creas que nunca te había querido y que no me importabas, pero eso solo me dañaba a mí. Por las noches el sueño traicionado por mis pensamientos me atormentaba y perturbaba, y me despertaba muy confundida. Es el día de hoy que te sigo queriendo, ¡que digo! te amo... tal vez algún día en que estemos solos y me mires a los ojos te veas reflejado en ellos pero ese día, si es, va a ser muy lejano. Ya has elegido a otra y yo lloro, lloro por ti. Todavía no puedo entender como pude desaprovechar esa, y algunas otras oportunidades, hoy me arrepiento y no sabes de que manera. Mil lágrimas han corrido por mi mejilla, sentía que cada una de ellas me agrietaban cada vez más el corazón, y la ilusión, y los sueños... Y sé, sé que aún sientes algo por mí, lo sé, lo siento... o al menos quiero creerlo para no ver mis sueños tan lejanos...