Hoy me levanté y no había luz. Por lo tanto no había tele, no había computadora, no había radio. No funcionaba tampoco el teléfono. El auto de papá no quiso encender. Llovía como nunca y el cielo estaba completamente gris. Papá fue a investigar con los vecinos, armado de un paraguas. Todos estaban igual. Estaban vueltos locos como leones enjaulados. No podían ir a trabajar. No sabían lo que estaba ocurriendo, porque no había tele, no había periódico. Tenían que verse las caras en sus casas. Yo comencé a exponer sobre el juicio final. Ya lo había yo pensado antes. Un día ocurriría precisamente esto que ocurre hoy. Algunos vecinos todavía creen que se trata de una coincidencia, pero yo estoy seguro de que esto es algo mundial. Para las tribus salvajes de áfrica y la selva amazónica hoy es un día normal; a nosotros se nos ha caído el castillo de naipes. Pronto vamos a organizarnos para ir a los supermercados a servirnos de comida. No será considerado delito. Porque las patrullas no funcionan y no hay manera de llevarnos a la cárcel. La policía no existe sin patrullas ni computadoras. Todo está hecho para depender de una puta computadora y automóviles. Pronto las multitudes se moverán por instinto al centro de la ciudad. Esto sucederá cuando por fin deje de llover. En el centro de la ciudad la gente lanzará discursos sin micrófonos y habrá un desorden impresionante, que no podremos disfrutar al máximo, ya que no hay televisión ni helicóptero para ver estos desplazamientos masivos con mayor comodidad. Entonces comenzarán las masacres y las persecuciones. El canibalismo. El cansancio de piernas y ojos, y la desesperación. Y justo en el paroxismo de la violencia y la confusión, el cielo se abrirá después de tantos días y una vez más, como un dejavú, dios en persona con su comitiva. Entonces se detendrá la nube que lleva a esa asamblea celestial. Y dios, con su libro enorme de madera, comenzará a pasar lista. Solo unos cuantos subirán a la nube. La nube partirá. El cielo volverá a cubrirse, y la carnicería seguirá por un tiempo.