Sobre el mármol blanco dejaste nuestra foto de casados, sin darte cuenta que en la casa un ser irracional rondaba cada cuarto en busca del espanto.
El alarido quebró la tranquilidad de la noche, fue tan horroroso que salte de la cama buscándote, llamándote a los gritos, no recordaba que te habías quedado escribiendo en el borrador de tu nuevo libro. Corrí por los pasillos desesperada no teníamos luz solo se veía los rayos de una gran tormenta atravesar las ventanas, nos rozamos sin querer, un escalofrío recorrió mi espina dorsal mientras mi voz desaparecía de mi garganta hundiéndose en mi estomago.
Me tomaste de la mano, hablándome bajito casi susurrando para que dejara de temblar, al sentirte, un sollozo entrecortado despertó mi conciencia me aferre a ti, en silencio fuimos recorriendo la casa sin ver nada más que sombras. Me fui calmando mientras me besabas y apretabas cariñosamente.
En medio de truenos y relámpagos una figura angelical se hizo visible, en sus ojos se reflejaba la muerte, grite con todas mis fuerzas. Ahora el miedo se instalo al ver el contraste de la blancura de sus párpados, y sus cabellos negros. Corrimos y entramos juntos a la habitación cerrando la puerta con nuestros cuerpos apretados, la luz regreso justo a tiempo, caímos en la cama exhaustos.
Te pregunte algo que en ese momento se me vino a la mente. Si ya tenías terminado el boceto de tu libro “El Espanto”, me miraste sorprendido como si mi pregunta te recordará alguna cosa que olvidaste contarme. Entraste en pánico, tus ojos se volvieron blancos como los párpados del ángel, me miraste sin ver, se transformo tu cara, la palidez de tu rostro me amenazo indiferente, como si no me conocieras. Tomaste un sorbo de agua de la jarra que siempre está en la mesa de noche, y luego, mirándome con hostilidad repetiste, es el espanto, es el espanto… que visita mi alma y mi cuerpo. Es quien está en mi libro y en mi vida.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI. |