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ESTRENANDO PERSONAJE

Que soy un abogado penalista en plena función de sus facultades otorgadas, es una realidad. Que hace poco y ante colegas me despaché con que cuánto pagaría por ser un sencillo Profesor de Letras y andar por la vida más tranquilo, sin tantas presiones estrujando mi cabeza, es cierto también.
Y que aquella vez fue entre elegir Leyes o literatura, y esta se quedó aguardando, ni decirlo acá. Entonces qué espero me dije, para dejarla entrar a casa discretamente y recuperar aquel intrés mío por ese fascinate arte de la palabra escrita, si lo necesito más que el agua por la boca...
Como un antídoto me serviría, como un bálsamo donde podría diluir esas tóxicas influencias que mi proverbial profesión pretende hacerme asimilar como sin asco.
Es que ya estoy arto que a cada vuelta de Tribunales, ciertas y detestables miserias humanas, continúen envenenándome a domicilio cuando todavía estoy buscando independizarme de mis salvadoras pastillas contra el estrés… Por eso, sobre este antiguo escritorio del living, en un ámbito hermético a extraños imperios, dejaré que esta trunca vocación libere sus pareceres hasta las más altas y exógenas fantasías. Y si no llego a tanto, remitiré esta ingenua intentona al real derecho propio de la legítima defensa.
Si en lugar de aclarar oscurecí, directamente piensen que algo estoy queriendo escribir por ahí. Pero si suponen un concienzudo ensayo sobre la irreversible ceguera de la señora justicia, se equivocan. Lo más lejos de ese tufillo que emana de cualquier expediente judicial abriéndose a una revisión. Solo un cuento. Y corto para comenzar, aunque sepa que me faltarán muchos de los conocimientos que esta materia exige, pero con una línea argumental esbozada “in córpore” desde tiempo atrás, más un personaje central “in mente” recién modelado, me están dando el sí para largarme y ver después qué aprendí probando…
Ya comenté que al prototipo lo tengo bien completito, con sus atributos físicos a la medida del oficio que le reservo, y con sus cualidades psicológicas predispuestas a lo que deberá responder en su ficticia vida. Digamos que listo para ingresar a mi sencilla y a la vez pretenciosa historia, con su principio y un final creo que digno de respetar…
Pero qué ingenuidad. Enseguida de entrada, me topé con la conclusión que entre un apasionado lector de Ciencia – ficción y un audaz metido a escritor hay un abismo por salvar. Que se debe estar muy atento si la intención inicial es discurrir por los carriles habituales de un simple relato, y no desviarnos hacia una cosa tan intrincada e inescrutable como eso que suele definirse realismo mágico o fantástico, o algo así.
Entonces, nada de caer en la tentación de derivarse por tortuosos senderos para mí. Y menos meterme en situaciones engorrosas si es que no avizoro un desenlace genial que lo justifique. Estas fueron valiosas premisas que cazadas al vuelo, igual me llegaron tarde; No supe percibir la naturaleza iracunda que escondía este sujeto. Una rebeldía innata que, sumada a ese carácter irascible que encima le eché yo desde un principio, sudor y lágrimas me costaría tenerlo al pie de la letra hasta el final...Si desde la primera página estuvo haciendo lo que quiso conmigo. Tanto que me fui resignando a que mi guión original continúe rondando solo en mi cabeza, ya que se la pasaba entrando y saliendo de mí cómo y cuando se le antojaba:
Se pone al margen de mis intensiones si no le place lo que pienso, y se esconde en cualquier cavilación que tengo por ahí. Se pierde de vista cuando no puedo retenerlo conforme y pegado al papel, hasta el punto en que a veces no supe si lo que escribía era propio, o lo que quiere él.
Se me había corrido del rumbo en tantas oportunidades, que promediando este relato, cuando ya no me volvía por nada del mundo, tuve que ir a buscarlo a la comisaría de la vuelta de la hoja. Y recién ahí lo tuve a merced, mejor dicho me lo tienen, y demorado. Sospechado de matar a una mujer, nada más ni nada menos Y ya me estoy arrepintiendo, se me adelanta a los acontecimientos pero para mal. Debí cortarle ese libre albedrío que tomó por su cuenta, cuando yo lo tenía en mis manos. Ahora es tarde. Tal vez fue un error esto de acentuarle en demasía sus inclinaciones de pendenciero y golpeador. Falta de oficio se llamará esta imprudencia mía. Porque la verdad, yo siempre me lo imaginé entrenando como boxeador y no para asesino. Descargando toda su furia en un ring, contenido entre las sogas y no golpeando a una pobre indefensa mujer. Era obvio que después de cualquier crimen que se cometiera de esta manera y por acá, las dudas caerían sobre sus anchas espaldas. Y ya no sé cómo seguirán sus cosas con este informe que veo más adelante:
“El cadáver examinado presenta politraumatismos por evidentes golpes de puños en diversas zonas del cuerpo y rostro. De esta constatación se deriva que severos colapsos en órganos vitales produjeron su deceso de inmediato” Este es el parte del forense que intervino. Lapidario. Por suerte al margen lo completa con: “En el cuerpo examinado no se han verificado huellas digitales alguna, ni otros elementos particulares que pudieran facilitar la identificación del supuesto autor del hecho” Bien dicho y asentado ahí. Salvado me dije. Si, pero en otra página me sigue un comisario tan enfurecido, que ni yo mismo puedo figurarme increpándole a su suboficial; “¡Cómo que me lo largaron! ¡Tráiganmelo de vuelta, y déjenme solo con ese gran hijo de puta! ¡Que a mí no me va a joder conque yo no fui, que yo no fui!” Y al rato en tono confidencial agregándole; “Espero que lo encuentren ya mismo... Y si conmigo tampoco confiesa que cagó matando a puñetazos limpios a esa pobre mujer, prepárese para un apriete bien jodido ¿Le quedó claro o se lo explico mejor?”
Aquí creo que nos descuidamos los dos juntos, y feo. A la policía no hay que apuntarle ni con la lapicera. Bien es sabido que en un “efectivo interrogatorio policíaco” hasta los mudos hablan. Y yo no estoy dispuesto a perder a mi principal protagonista solo por baja sospecha.
Capitularía antes de lo pensado ¿Y en qué lugar pondría el misterio y el suspenso que tenía preparado desde siempre? Mejor no lo digo, y me pongo a inventarle una buena coartada que me lo devuelva vivito y coleando a mi vapuleado cuaderno. Sí, un irrefutable pretexto que convenza a esos flacos policías de tinta que me lo traigan, y dejen bien limpito en esta página en blanco. Si tiene que quedar preso por algo, que sea a mi argumento y de por vida, que ya veré cómo lo socializo ahí... Una coartada entonces, más qué incómoda actitud esta de mentir por si acaso. Casi de abogado de afuera pero para adentro. Y ya paro la mano. Entro en conflicto conmigo mismo. Es cuestión de ética profesional porque yo nunca defenderé a un culpable a sabiendas. Aunque tampoco me consta que este tipo lo sea. Pero si de última me lo devuelven con una condena por la cabeza, y yo sigo tan inconexo cómo apelo la medida. Y de qué manera sigo con este retorcido cuento.
…Han pasado tres semanas y no he abierto el borrador para nada. La coartada me tiene parado, y estoy a punto de declararme incompetente en este rubro. No se me ocurre una, que me deje bien con Dios y con el Diablo.
Dicen que a los escritores serios también se les puede negar algún nexo por ahí, pero en algún lugar siempre aparece. Entonces me quedan dos cosas; O sigo esperando el regalo de una inspiración displicentemente sentado en este sillón del patio, o salgo a buscarla por las calles del barrio sin tapujos ni vergüenza. Sí, ya mismo lo estoy haciendo. En este paseo por la plaza, en esta noche de verano se podría dar...
Cruzando la calle, yendo camino al quiosco de cigarrillos, también. Mientras me fumo uno, y entre esta nubecita comprendo cuán volátil es una idea por el aire mismo. Mientras mastico el pucho del fracaso. O cuando ya desorientado y cabizbajo mirando fijo la vereda, me pregunto desde lo más profundo de mi ser; Cómo pude mezclarme en esto tan gratuitamente... -“¡Lo mismo digo yo!” Me viene de atrás y por una sola oreja “¡Cómo vas a ganarte la vida con esta profesión, si no te importa un sorete de nada! ¡Hace tres semanas que tenés el estudio cerrado y a mí buscándote por aquí y por allá …Y sí querido mío, me cansé de quedarme así de cajoneado y salí a buscarte. No quise ir a tu casa antes, pero de ahí vengo. Tu esposa me hizo pasara al living para disculparse por vos que andabas paseando por ahí…Y sí, boludeando yo me dije. Pero aquí me tenés, vivito y colendo detrás tuyo como siempre querías verme...Pero para arreglármelas solito nomás, porque con vos dije ¡basta! Ya esperé demasiado… Y como ya me estoy borrando de acá, lo único que quiero decirte es algo que nunca pude personalmente: ¡Por mí te podés ir bien al carajo!"... Porque si como escritor tampoco se te cae una puta idea, porqué no largás todo junto a la mierda y te dejás de joder a tanta gente que todavía confía en vos... Y como dijo ese comisario.¿Te quedó claro o te lo explico mejor?”
… Duro, irascible, con dos golpes cortitos a los riñones me deja en el suelo sin aire ni para pensar. Igual lo veo cómo se aleja tan raro, con unos guantes de boxeo doblando tan difícilmente mi primer y último borrador literario para que pase y caiga por la alcantarilla. Todo antes de esfumárseme en esa densa niebla que estuvo formándose a nuestro alrededor… Y no dio la cara. No importa porque no habrá denuncia. Ya aprendí que estos impactos limpios nunca dejan marcas que se comprueben a simple vista. Pero igual ¡cómo quedan doliendo estas cosas por adentro, dios mío!



(Para compartir con mis amigos: Cuento que obtuvo el segundo puesto en un concurso editorial)

Texto agregado el 23-05-2013, y leído por 212 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
25-04-2015 Leí con interés este texto. Intentó dejar un comentario más completo en tu ldv, pero lo mantienes cerrado, seguiré insistiendo. sagitarion
24-05-2013 Muy bueno amigo, no se como no le dieron al cuento el primer lugar... esas simas donde no se puede avanzar al escribir... ayyy que dolor de cabeza. Cinco aullidos literarios yar
 
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