Me he duchado y he paseado por el barrio sin rumbo con mis nuevas gafas de sol. Me he cortado el pelo en una peluquería en la que nunca había entrado, me he acordado de Manolo García y su: me corto el pelo una y otra vez….pequeñas tretas para continuar en la brecha… ,es más una barbería, y el peluquero me ha contado que su mujer fue su novia desde los nueve años y que se escribieron hasta los veintiuno porque él vivía en Barcelona y ella en Madrid. Hasta que se casaron. Después me ha contado que su especialidad son las prótesis capilares, ahí, la verdad, he prestado menos atención, tendré que volver para conocer más detalles de aquel noviazgo eterno y no debo olvidar preguntarle si aún conserva aquellas cartas de amor. El hombre ha hecho lo que ha podido, creo que le gusta la estética de los Chichos. Le he mentido y le he dicho que me encantaba como me había dejado.
A la salida he encontrado a dos amigos que salían a desayunar de la oficina y les he acompañado, para ellos es solo es jueves, un gris día laboral, y han tomado un café con leche que a mi me huele a dieta preveraniega, yo he pedido además un croissant y la camarera se ha ofrecido a hacérmelo a la plancha con mantequilla y he accedido a su sofisticada oferta. No estaba mal. Hemos hablado con un cansino tono neutro del informe PISA Les he invitado al café.
Me he despedido y he entrado en la carniceria que acaba de abrir un amigo que estas navidades no tuvo más remedio que cerrar el bar al que yo iba. Se le notaba perdido entre las chuletas y los pollos. Tenía los ojos más tranquilos y más tristes. Le he preguntado si todavía tenía todos los dedos y se ha reído por compromiso. He comprado una pierna de cordero.
De camino al colegio de los niños he ido a la pescadería de mi amigo, me ha hablado de lo mal que esta todo y que está pensado en cerrar, me ha dado un cigarro de esos que son como purillos con filtro y nos lo hemos fumado en la trastienda. Me ha contado que a su tía se le ha ido la pinza y ahora todas las noches va a cambiarla los pañales, por el día le cuida una chica, pero por la noche… Cuando cuenta sus historias siempre se pierde en detalles y se bifurca hasta la desesperación. Hoy le dejado que se explayara, sin mis chascarrillos pedantes, y que terminara cada uno de sus flecos y sus caireles. He mirado la barra de peces tristes con cierto aire de documental Vietnamita y he comprado una merluza.
Faltan veinte minutos para que salgan los niños y me he sentado en una terraza, me he pedido una caña y he mirado los pinos de la parte trasera de teatro romano. El jefe hace un sudoku en la mesa de al lado. Le digo que detrás de los pinos podía estar la playa como en Doñana. No le hace mucha gracia mi apreciación y la desmonta con una especie de gruñidos. Tiene derecho, es su bar y sus pinos. Pero en venganza me le he imaginado contando dentro de unos días a los parroquianos que detrás de los pinos podría estar la playa como en Doñana. Y de verdad que podría estar.
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