1.
Había estado lloviendo toda la tarde y la carretera presentaba un aspecto resbaladizo y peligroso, pero esto era algo que a Nerea, sumida profundamente en sus oscuros pensamientos, no le intimidaba en absoluto y continuaba pisando con fuerza el acelerador de su potente BMW.
Sólo deseaba llegar cuanto antes al chalet, sin cuestionarse ni por un segundo a la peligrosa velocidad que circulaba, con la absurda esperanza de poder desmentir la cruda información que había recibido de Oscar apenas hacia una hora.
“Está confirmado” le dijo con cierto acento sudamericano y la frialdad que caracteriza a un sicario. Después se reclinó en su sillón y pausadamente se encendió un cigarrillo mientras ella desparramaba unas inútiles lágrimas desconsoladas en el sucio piso de aquel despacho cutre y destartalado, situado en el barrio más viejo y oscuro de la ciudad.
Al poco rato, algo más calmada pero aún furiosa, se marchó de allí a toda prisa no sin antes haber dejado unas precisas instrucciones a aquel individuo tan mal encarado.
-¡Hijo de puta!... ¡Malnacido hijo de puta! – mascullaba una y otra vez para sus adentros mientras aparcaba bruscamente el coche junto al Audi negro de su marido, Guillermo, que estaba estacionado fuera del garaje del imponente chalet.
Ya en la puerta principal se atusó del mejor modo que pudo la enmarañada melena y se restregó con las manos el rímel corrido de los ojos. Tomó aire, se repuso y sacando las llaves de su caro bolso de D&G se dispuso a entrar al edificio del modo más natural del que en ese momento se sentía capaz.
Dejó su chaqueta aún mojada en el recibidor y enseguida vio en la mesita el teléfono de Guillermo sonando insistentemente en modo vibración. Lo alzó y miró el identificador de la llamada entrante. Tan sólo se leía “Número oculto, Banco DN”, pero no se atrevió a descolgar.
- ¡Guille, ya estoy en casa…! Tienes una llamada en el móvil – gritó entrando en el salón con el móvil aún vibrando en la mano.
-¡Estoy en la ducha amor! Sube y tráeme el teléfono, por favor…
Nerea apretó con fuerza el aparato rogando para que este dejara de vibrar, pero la llamada con aquella nomenclatura misteriosa continuaba vehementemente insistiendo.
Subió al piso de arriba y se dirigió al amplio cuarto de baño donde su marido terminaba de secarse poniéndose un blanco albornoz, abrió la puerta y alcanzó el aparato de la mano de Nerea.
- Gracias amor…-dijo con naturalidad dándole un pequeño beso en la mejilla - … ¡Qué tarde es!... ¿Qué tal tu día?
- ¡Ah! Bueno, nada, ya sabes…de compras por aquí y por allá. Luego pasé un momento por la galería de arte y por eso me entretuve en…
-Disculpa cariño…- dijo Guillermo mirando fijamente la pantalla luminosa de su móvil - …es una llamada importante.
Y le cerró la puerta del baño.
Nerea apretó los puños con rabia durante unos segundos y espoleada por la curiosidad aplicó la oreja a la puerta.
Su marido hablaba bajo, casi susurrando, así que apenas llegó a oírlo diciendo “Te he dicho mil veces que no me llames aquí…”, pero enseguida se marchó abajo con el temor de que la descubriera escuchando. Pero con lo poco que había oído, ya le resultaba suficiente.
“¡Maldito hijo de puta!”.Volvió a pensar mientras se servía furiosa un vodka bien frio. Se sentó en un hermoso sillón de piel negra y esperó pacientemente a que su marido bajara del piso de arriba. Sintió como una lágrima rebelde trataba de escapársele pero, esta vez, se prometió que no se lo permitiría.
Guillermo se demoró algo más de 15 minutos y cuando bajó por las escaleras y llegó al salón ya iba impecablemente vestido con un traje azul de corte americano y su abrigo de tres cuartos colgando del brazo.
- Pero… ¿Te vas a estas horas?... ¡Son casi las 10 de la noche! – dijo mirando incrédula.
- Lo siento mi amor. Era una llamada de trabajo y es un asunto importante que no puedo evitar. No me esperes levantada…Igual después de la reunión vamos a tomar unas copas, ya sabes cómo es esto…
- Guille, necesito hablar contigo…Me gustaría que…
- ¡Nerea, te he dicho que es importante…no puedo entretenerme ahora con tus cotilleos! – contestó alzando la voz – Si quieres almorzamos mañana en el centro y me cuentas lo que sea…
Se acercó a su esposa a darle un beso y ésta lo esquivó sin disimulo.
- ¡Vamos amor, no te enfades otra vez!- dijo Guillermo hastiado dirigiéndose hacia la puerta -…Tómate otro vodka y acuéstate pronto. ¡Adiós amor!
Cogió las llaves del coche y salió por la puerta cerrándola sin esperar respuesta.
- Adiós… ¡bastardo! – contestó ella en voz baja.
Nerea se bebió de un rápido trago la copa y estrelló el vaso contra la pared. Buscó el móvil en su bolso y marcó parsimoniosamente un número en su pantalla táctil.
- Soy Oscar – contestó la voz desde el otro lado de la línea.
- Acaba de salir, como me dijiste. Oscar quiero que continúes con lo pactado.
- ¿Está segura señora?
-Nunca he estado más segura de algo. Cuando lo confirmes vienes al chalet y te entregaré la segunda parte de lo prometido.
- Esta bien. No hay problema. Espéreme despierta – dijo la voz, y seguidamente colgó.
Nerea dejó caer el móvil al suelo, se derrumbó en el caro sofá y se cubrió el rostro con las manos mientras un ataque de risa nerviosa la asediaba. Sólo que esta vez no pudo evitar que al mismo tiempo los ojos se le llenaran de lágrimas.
“Vaya…-pensó – nunca hubiera imaginado que estas cosas sucedan en la realidad… igual que en las películas.”
(...Continúa.)
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