¡¡ SÓLO UNO SERÁ EL ELEGIDO!!
Desde lo alto de la tribuna, el orador arengaba a la muchedumbre.
—¡¡Recordad las enseñanzas!! Sólo puede llegar uno, no tenéis ya ni compañero ni amigo en esta carrera a vuestro destino, no conoceréis a nadie, sólo estará en vuestra mente el objetivo a seguir y por lo que deberéis morir si fuera necesario.
Todos estaban nerviosos esperando la orden de salir. Las miradas se cruzaban, los dientes apretados, resoplidos se dejaban oír por toda la estancia. Por fin, el orador dio la orden de partir.
Todos, a la vez, se pusieron en marcha, sin mirar atrás, tan velozmente como sus miembros se lo permitían. Gritos de dolor se escuchaban de miles de gargantas en lucha por competir, combates feroces se producían, a lo que miles de participantes se quedaban en la cuneta, bien mal heridos, muertos, o simplemente desvanecidos por el esfuerzo de la estampida. Ya únicamente quedaban unos pocos, por fin la meta se veía al final del angosto túnel, pero uno de los primeros en entrar se volvió con el rostro desencajado, gritando.
—¡¡Compañeros, nos han engañado!! Atrás, compañeros, atrás, que al final no hay más que mierda.
FIN.
J.M. MARTÍNEZ PEDRÓS.
Todas las obras están registradas.
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