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Inicio / Cuenteros Locales / francoporaire / Historias de mi vida: el día que conocí la nieve

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Comenzaba el invierno en la provincia de Mendoza. Hacia poco tiempo que vivía allí con un amigo, con el que andaba todo el día.

Cierto día fuimos a visitar a una familia amiga, cerca de la hora del almuerzo. Charla va y charla viene empecé a sentir que mis intestinos se quejaban nuevamente por estar acostumbrándose al agua local (a mi solo me pasa que si cambio de localidad el agua me sabe raro o me descompone un poco?) cuestión que como soy un tanto tímido en cuanto a expeler ruidos y olores en casa ajena, me abstuve de ir al baño, seguro de que podría esperar a llegar a la pensión donde se alojaba mi amigo, que era el lugar donde habíamos decidido almorzar. Salimos caminando a paso firme, para que el frío se sintiera menos, y a dos cuadras de camino frené súbitamente al tiempo que me sostuve el estomago: mi amigo vio mi cara de preocupación y me pregunto si quería volver a la casa de la flia. a pedir su baño, pero me negué y le dije que podía llegar a la pensión… y ahí empezó la carrera contra la muerte

(quizá estoy exagerando con lo de muerte… pero es para transmitir lo que sentía…)

empecé a hacer pasos cada vez mas cortos, aunque veloces, porque sabia que no tenia mucho tiempo. Mis tripas gritaban cada vez mas fuerte, como intentando darme aviso de que se venia algo turbio, como un tsunami interno que no se podría contener por mucho. Cada 20 o 30 pasos frenaba, para tomar una bocanada de aire gélido al tiempo que cruzaba las piernas y hacia fuerza para arriba con los cantos, como intentando bloquear la salida, medio con los cachetes, medio con la próstata misma que hacia las veces de dique…

De repente mi amigo advirtió que venia un colectivo de la línea 14 (el numero de la línea ha sido cambiado, no para proteger a nadie sino porque mi memoria no es muy buena) y me dijo que ese cole nos dejaría en la esquina de la pensión. En un esfuerzo sobrehumano corrí media cuadra hasta la parada para no perderlo (intenten correr media cuadra apretando los cantos y después me dicen si no es sobrehumano) con mi último resto de fuerza de las piernas, trepé al colectivo y me aferré a una de las barras cual bailarina exótica y agradecí en silencio que faltara poco…

Mi amigo me dijo que el colectivo iba a ir 5 cuadras derecho, y que ahí bajábamos, caminábamos media cuadra más y llegábamos. Cual no fuera mi cara de espanto cuando el colectivo hizo dos cuadras más y doblo a la derecha. Con aún mas espanto mire a mi amigo que también tenia cara de espanto (empático muchacho) y me dijo que se equivoco de línea, ya que me hizo subir al 14 B, en vez de al 14 A. el 14B también nos iba a dejar en la esquina, pero iba a dar una vuelta de 15 o 20 cuadras. Tenia que tomar una decisión urgente, ya que a cada segundo el colectivo se alejaba más de la calle por la que íbamos, así que decidí bajar nuevamente. Me encontraba a la misma distancia que antes de subir al colectivo, pero mas cansado. Mezcla de frío y apriete, ya no sentía los glúteos, así que apretaba de memoria nomás. Seguí caminando hacia la pensión, con cada vez menos esperanzas de llegar. Mi amigo me animaba y alentaba a seguir, pero yo ya no lo escuchaba… de pronto me detuve en el medio de la vereda y contemple las montañas a lo lejos. Sentí el aire aun mas frío golpeando mis acaloradas mejillas. Al mirar al horizonte me dije que todo era inútil, que de nada servia seguir intentando tapar el "sol" con un dedo... la realidad es que ya no tenia fuerzas para seguir aguantando, solo me quedaba colaborar con lo inevitable y dejar que todo fluyera, en el sentido mas literal de la frase. Y ahí, estando a punto de soltar mis nalgas, vi caer ante mis ojos mi primer copo de nieve, y después otro , y otro mas… estaba siendo testigo de mi primer nevada.

Y mientras veía caer esos copos de nieve, mi espíritu se renovó, mis cantos se apretaron aun mas (o eso creo, porque en serio que ya no los sentía hacia rato) y me dije en voz baja “ que no sea sin pelear” y Salí al trotecito de nuevo

(ese trote que se hace cuando las rodillas están juntas… me explico?)

estos nuevos bríos míos hicieron que las siguientes cuatro cuadras pasaran en apenas dos renglones. Solo faltaba doblar la esquina , caminar media cuadra y estaría entrando a la pensión. Pero al final de la película siempre aparece un ultimo problema y esta no iba a ser la excepción: mi amigo se dio cuenta que no tenia las llaves de la casa. Mi cara fue una mezcla de incredulidad con “te voy a matar si no me das una solución” y me dijo que si la dueña de la pensión estaba, ella nos abriría. Como el “si estaba” no me convenció para nada, me quede parado al lado de la casa del vecino. Si la vieja no estaba le tocaba timbre a un desconocido y le usaba el baño (se me había ido la timidez a la bosta… o sea literalmente hablando; mi timidez estaba en ese lugar) Cuestión que sí estaba, pero como la vieja obviamente era medio ciega , tuvo que caminar todo el pasillo (si, las piezas estaban a la mitad de la cuadra para adentro… aproximadamente unos diez metros de pasillo) para ver quien tocaba la puerta, y como buena vieja jodida, salio sin las llaves así que entrar a buscarlas para abrir el portón. Esos agónicos minutos me sirvieron para aprender a putear en 5 idiomas…

Abrió la puerta, camine ese pasillo como si estuviera yendo a la silla eléctrica… en mi desesperación por llegar, casi suelto mis acalambradas nalgas dos o tres veces.

Quedaba solo un escollo entre el inodoro y yo: la ropa. Yo no estaba acostumbrado a tanto frío, así que tenía puesto remera, camisa, pulóver y sobretodo encima. Si bien solo me tenia que sacar el sobretodo (que dicho sea de paso tenia 35.000 botones) el resto de la ropa entorpecía mis movimientos. Además abajo tenia un pantalón de vestir que el muy desgraciado venia con el botón normal de cualquier pantalón, pero además tenia un botón interno, que yo como buen salame me abrochaba, así que venia por el pasillo desvistiéndome (ya no solo no me importaba usar un baño ajeno sino que hacia strip-tease en el camino) así entre casi sin pantalones al baño.

La verdad que lo que paso en ese baño quedara entre el inodoro y yo… ruidos? Los que se te ocurran. Pudor? Naaaa. No solo hice ruidos por la “cañería” sino que acompañe todo con un profundo y sincero AAAAAAAAAAAAAAAAhhhhhhhh!!!


Me sequé la transpiración de la frente y sonreí, no solo por poder subirme los pantalones limpios, sino porque sabia que algún día compartiría esta historia con el mundo y que el día que conocí la nieve también iba a ser el día de mi triunfo sobre la naturaleza

Texto agregado el 18-05-2013, y leído por 150 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
05-06-2013 El triunfo de la voluntad sobre la caca...! Sufrido relato, aunque divertido a la vez. galadrielle
03-06-2013 ja ja ja!!! Divertidísima historia. Es verdaderamente algo para recordar. kone
18-05-2013 Seguro que nadie como vos a visto caer la nieve tan emotivamente y lo demás sentirlo tan necesariamente. Muy buena la narración de tu odisea. HGiordan
 
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