Escribo por la mera ilusión de sentirme vivo, aún cuando lascivos, estos taladrantes ladridos han sido ecos arrastrados sin contemplación hasta el vacío.

Hacia el olvido, una mirada obtusa voltea a altos voltajes sus drenadoras pupilas carmesíes... la controversia de una nota rota, a descosidos, al ser asida y zarandeada sin mesura por sus cinco ejes cardinales, no altera la tétrica y sibilante melodía de esta alborada alejandrina.

Imbuídas de magnética energía caucásica quiebran ígneas gargoras de metano y sal el superfluo marchitar aletargado del tic-tac, fuera de todo espacio y orden, tanto da material que espiritual, fluyen varios pétalos derramados de entre el rimel que acicalan prestos la espumosa cresta de una ola tubular...

La erosión de un baño de crisálidas en la tersa corteza paradisiaca de este infierno gutural, abstrae el horizonte, donde entre dos voluptuosas cordilleras celestiales vibran tenues los susurros al posar dulces, cual cercenar de cándidos arroyos flujos de manantiales burbujeantes, néctares del silencio más ambiguo y vaporil que al sumergirse... se estigmatizan, y como por magia de arte subyugante en pan de molde hacen brotar del supurado pompis de un semental, castrado más, la luz dilapidaria de su acérrima existencia conyugal.