Darío trabaja en la municipalidad con un sueldo tan malo que lo hace bromear con sus amigos a quienes les dice que con su sueldo se muere un canario de hambre. Tiene un campero de 1978. Un Daihatsu. Esa es su única fortuna no importa que cada mes le muerda el salario para comprarle piezas de recambio. En 15 años no ha salido de vacaciones por falta de dinero. En 10 días estará, de nuevo, de vacaciones. Se imagina que será lo mismo.
Hoy ha salido a conocer un gran centro comercial recién inaugurado. Lleva en sus bolsillos para pagar el parqueadero y unas monedas para un helado de los baratos. Al estacionar su auto observa, sobre el piso, un maletín de piloto. Mira para todos lados, lo recoge y lo mete en su carro y sale hacia su casa. En el camino se consigue una bolsa de basura para camuflar su hallazgo. En Colombia sin una coartada no es posible vivir. Hay cuatro millones de desplazados y su primo Heriberto, quien fue policía, le ha dicho que no olvide que un policía y dos ladrones suman tres.
Darío cuenta los dólares del maletín y haya dos millones en billetes de cien. Piensa en llamar a la policía pero se imagina que puede terminar en la cárcel, le quitan el carro o termina con un tiro en la cabeza y en una alcantarilla. Se le ocurre que es mejor viajar a conocer al Ecuador donde el dólar es moneda corriente y, quizá, hacerse ciudadano de ese país. Debe hacerlo con cuidado. Primero ir y conocer los usos y costumbres.
Francisco es ganadero y su familiar y, además, dueño de la mitad del Ecuador. En un tiempo cuando viva en el Ecuador tomará contacto con él y por su intermedio podrá colocar su dinero o invertir en Argentina en donde el valor del dólar es muy alto. Definitivamente va para el Ecuador.