Están dos espermatozoides conversando sobre sus patéticas vivencias, uno de ellos se llama Paco y el otro es Julio; esto fue, más o menos lo que se dijeron un día común:
Paco: Estoy mamado de éste hacinamiento, pero sigamos pidiéndole a nuestro Dios para que nos bendiga y nos confirme nuestro propósito en la vida, lo cual hemos buscado durante toda nuestra existencia. ¿A qué te gustaría dedicarte?
Julio: No sabría decirte, creo que a algo relacionado con el arte, quizás quisiera ser escritor, músico o pintor; aunque también me llama la atención la política, imagínate yo gobernando sobre millones y millones de conciudadanos; no sé, también me agradaría ser revolucionario, para dejar un legado de cambio importante entre mis compañeros; tengo muchas otras opciones como ser soldado o guerrillero. ¿Y tú qué me dices?
Paco: Yo me inclino hacia las ciencias, especialmente la química, me gusta más porque me parece más precisa, siempre que uno va a hacer una reacción, genera nuevas mezclas, la física no me convence totalmente porque hay muchos desacuerdos, aunque eso pasa en todas las disciplinas científicas. Sin embargo, no dejemos a un lado nuestro sentir religioso. ¿Dónde dejaste tu vocación sacerdotal?
Julio: Siempre la llevaré dentro de mí, pues desde pequeño me profetizaron que iba a ser apóstol y profeta, eso ha sido un aliciente para mí, todo el tiempo tendré presente que debo llevar el mensaje de mi Señor a las naciones; las otras ocupaciones de las que hemos estado hablando sólo son un complemento de lo que ya ha sido previsto por la divinidad. Yo quiero ser cada vez mejor y aprender todo lo que pueda, además de los sacramentos y ese tipo de cosas, pues sé que los mandamientos nos han mandado que debemos prepararnos en todo tipo de ciencias para demostrar así nuestra excelencia.
Paco: Sí, tenemos la confianza de que llegaremos al cielo cuando Dios decida llevarnos, por ahora tenemos que estudiar todo lo que sea posible; estoy completamente seguro de que seremos llevados al paraíso cuando sea el tiempo correcto.
Julio: Sinceramente, quisiera ver a Dios, hablar cara a cara con él, para poderle preguntar todo lo que no sé y saber cuál es mi verdadera meta en éste mundo, a veces siento que no me puedo comunicar, que está como en otra dimensión y eso me preocupa.
Paco: Eso es porque estás en pecado, estás permitiendo la duda, acuérdate que a él no le gusta la gente que comienza a dudar, los desprecia, tienes que tener fe y obedecer todo lo que él manda en su palabra, de esa forma lo agradarás y podrás acceder a su universo cuando mueras. Recuerda que puedes sentirlo, ¿Qué más pruebas necesitas? Su presencia está contigo y te acompañará a donde quiera que vayas.
Julio: Gracias por tus palabras, sé que eres un enviado de nuestro ser superior y me has consolado con tus mensajes; necesitamos más personas como tú que nos confronten con nuestra forma de ser ante el Señor y tú lo haces muy bien.
De repente, un alboroto los estremece, todos los espermatozoides empiezan a gritar de forma espantosa, y de un momento a otro, todos los que habitaban en ese mundo salen de allí bruscamente, Julio y Paco entran en pánico como todos sus congéneres, gritan, lloran, se quejan, gimen y patalean por unos cuantos segundos, mientras dura la algarabía.
Luego de que todo se calmó, Julio y Paco estuvieron agonizando por unos momentos en los que alcanzaron a decir lo siguiente:
Julio: ¿Qué pasó Paco, con todo lo que Dios nos prometió? ¿Por qué estamos sufriendo de ésta manera tan horrible? ¡No soporto éste dolor!
Paco: No lo sé, amigo, parece que todo era mentira.
Ni Paco ni Julio llegaron al óvulo.
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