Acción mala de poca importancia, cometida sin malicia, especialmente la que comete un niño para divertirse.....esta sería la definición de diccionario.

A esta definición le agregaría que para ser travesura, esta tiene que ser conocida y terminar no del todo mal.

El dicho dice que todos llevamos dentro algo de ese niño que fuimos. Y lo comparto.

Pero ahora que ya no somos niños y que nos manejamos con otros "valores"...nos resulta muy difícil reconocer en un adulto una travesura. Me cuesta, debo reconocerlo. Con el tiempo vamos adquiriendo cierta malicia y vamos incorporando elementos necesarios para evaluar nuestros actos. Cómo ser adulto sino!.

Por lo general una travesura de un adulto es catalogada como una boludez, propio de un inmaduro, un mala leche o un desubicado.

Voy a tratar de explicarlo con dos ejemplos:

Recuerdo una travesura de niño enmarcada en los festejos navideños. Provengo de una familia numerosa, esas familias del interior con muchos hermanos y primos. Nosotros, los primos, siempre teníamos nuestro festejo cuando los adultos se encontraban sentados alrededor de esos tablones largos esperando el momento del brindis. Nuestra diversión era armar y disparar los buscapies. A las cañitas voladoras le cortábamos la cañita, a la mitad y un poco mas también, y luego las encendíamos al ras del piso. Salían zigzagueando, amenazando los pies de los comensales. Los gritos y los retos desesperados nos divertían mucho. Vale aclarar que esa travesura terminó cuando la tía rezongona fue quemada en el pie por unas de esas fantásticas cañitas.
Si nuestro compañero de trabajo gentilmente nos ofrece el edulcorante para el café, seguramente responderemos con un gracias mas o menos efusivo, ahora si al tomar el café (recientemente endulzado) sentimos en nuestra boca un gusto a salado producto de la travesura de cambiar edulcorante por sal, le gritaremos "sos un boluuudo!!!!" envuelto en una carcajada generalizada de él.


A nadie se le hubiera ocurrido pensar que esos niños eran unos boludos, sino unos traviesos. En cambio mi compañero de trabajo es un pelotudo, que se rasca todo el día y tiene tiempo para romper las pelotas.