¡Me haces bien!
si ya sé,
con un poco más de ingenio
hubiera optado por otro título,
a lo que voy es que me haces bien,
!no! en pluralidad no hablo,
hablo de usted y con eso me alcanza.
En cada náusea de ocaso vas dilatando mis tardes,
llenando así mis ojos y mis manos,
y eso que me llenás de adentro,
porque este presuroso azar
no me ha regalado ni tu amor ni tu encuentro.
Me duele el alma a veces
y eso te pasa a vos también,
si dos veces habré visto tu rostro es un delirio,
pero disfruto al mirarte
(¡con tu chaleco y colores!)
porque lo recuerdo a usted
y a todo lo que lo conforma con este mundo.
Me hablan mis manos,
me es inevitable la tristeza
cuando anhelo un abrazo,
y no cualquiera,
quiero uno suyo y amable,
tan amable como su sonrisa desarmable.
Estoy yendo en contra de la sintaxis
¿por qué?,
¿acaso no lo ven?
mezclo personas (1ra, 2da y 3ra),
mezclo "usted" alternando con "vos",
mezclo mis ondulaciones con ese asqueroso humo.
Te extraño,
como extraño los domingos
y la libertad que ha muerto,
te observo sin que puedas verme,
no haré disturbios a tu timidez,
y sonreiré si así lo pides
pero no temblaré
cuando rechaces mis besos (babosos),
y sin inhibiciones
me hunda en bares de mala muerte
o en tinas de café.
Tengo frío y sueño,
tengo hambre y en las venas veneno,
también tengo poesías y caramelos,
tengo lo que usted ama y repudia,
y se acaba la tinta, el papel
y ciertas estimulaciones externas,
se acaba el día
y me lo llevo guardado en las afiebradas pupilas,
sucia indiferencia que regala,
hace frío
y a su lado me sigo sintiendo rara
y sumamente de amor morada.
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