Estaba en medio del bosque caminando de un lado a otro, tratando de salir del laberinto en el que me había metido. Como no sabía que tan lejos estaba de la ciudad, empecé a correr hacia delante durante varios minutos, sin embargo me cansé de seguir atrapado en medio de la nada y decidí cambiar mi rumbo a la izquierda, no obstante, el resultado fue el mismo, estaba cansado a los pocos minutos; volví a girar a la izquierda y me pasó lo mismo. Supuse que estaba corriendo en círculos, mas ya había intentado todo lo posible por salir de allí.
Volví a retomar el camino por donde había empezado, esta vez corrí como no lo había hecho antes, usé toda la fuerza que me entregaron para llegar a un punto en el que pudiera evidenciar algún grupo de personas. No sé cuánto tiempo transcurrió, empero, en ésta ocasión fue mucho más que las otras veces. Me tiré al piso, me arrodillé y clamé a Dios para que me salvara, nunca escuché su voz ni siquiera una señal de que me había escuchado; entonces me acomodé en el suelo, entre la tierra y el pastizal y sentí lo que ningún ser humano quisiera llegar a sentir; hambre, sed, desesperación y hasta dolor en un nivel intensísimo, pues el piso no era muy cómodo que digamos. Perdí el conocimiento.
Volví en sí, no sé cuánto tiempo después, y ahora estaba afuera del boscaje, justo a la salida del mismo, no tengo ni idea qué fue lo que pasó, veía claramente el estadio en el que habíamos quedado de vernos con unos amigos para presenciar un partido de fútbol de la selección nacional. Caminé hasta la entrada, saqué mi boleto y se lo entregué al recaudador, pero él no me oía, ni siquiera me miraba, parecía que no podía verme; yo aproveché y entré sin pagar, no era mi problema que ese hombre no pusiera atención a los asistentes del evento. Busqué la fila en la que estaban mis compañeros y resultó que era al otro lado de dónde yo estaba, una mujer pasó a través de mí y fue entonces cuando me di cuenta de que me había vuelto invisible.
Yo creía que mis compañeros me iban a reconocer aunque tuviera invisibilidad, por eso seguí hasta donde ellos estaban; realmente yo estaba divagando con eso de que me iban a reconocer, me senté una fila atrás de ellos y una impotencia por no poderme comunicar inundó mi ser, tampoco los vi hablando sobre por qué yo no había ido, era como si supieran que iba a morir ese día entre los árboles, o tal vez lo habían planeado, nunca lo sabré, pues yo no podía escuchar su lenguaje, sólo los veía moviendo los labios.
Totalmente frustrado, sin saber a dónde ir, me
devolví para el monte y me introduje en él creyendo que allí podría encontrar la paz; para sorpresa mía me chucé con una planta en mi hombro izquierdo, estaba sangrando y dolía mucho, caí de nuevo en la superficie y me desvanecí. Desperté, supe que era un sueño y que la pesadilla continuaba aquí en la Tierra.
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