Había una vez una hermosa niña que se llamaba caperucita roja. Su mama le pidió que fuera a la casa de su abuelita a llevarle comida. La niña acepto, no por amor a su abuela, sino porque su madre le dijo que sino, el fin de semana no la dejaba salir con sus amigas.
Cuando iba por el sendero del bosque se encontró con el lobo feroz que la miraba relamiéndose. Entonces la niña llamó al departamento de zoonosis quienes atraparon al lobo, lo castraron y lo llevaron a una reserva de lobos donde vivió el resto de su vida.