Me acosté para quedarme dormido, pues ya había tomado mi pastilla diaria, pasé por los casi 80 canales de los dispongo con mi control remoto y no encontré nada interesante para ver, por lo que más o menos a las 2:30 a.m., apagué el televisor y volteé mi cuerpo hacia mi lado izquierdo, contra la pared. Mi cuerpo sudaba y nada que podía concentrarme en que tenía que conciliar el sueño, el reloj de la sala sonó 3 veces, así que supe que eran las 3:00 a.m., esto ya me ha pasado varias veces, he estado despierto hasta después de esa hora, pero nunca he tenido que escuchar que suene otra vez.
Efectivamente dejé de sentir mi respiración, cuando desperté, estaba acostado, con mi cabeza recostada sobre una almohada de color blanco y una sábana de color verde con figuras de leones, lo más extraño fue que no me encontraba en mi cama, como suele sucederme cada vez que me despierto, esta vez me hallé en el borde de una montaña muy alta, lo más peligroso es que no había nada que me protegiera de caer accidentalmente del cerro, pensé que estaba solo, mas mi hermano (Lucho) dormía sosegadamente como a un metro de distancia de mi improvisada cama. No había colchón, no obstante Lucho parecía dormir sin tener ningún tipo de queja, no me fijé muy bien cómo era el suelo, sin embargo supongo que era una mezcla de pasto y porcelana flexible, el punto es que no era molesto para la espalda.
Puse a un lado la sábana que me arropaba, lo hice con cuidado para no despertar a mi familiar y miré hacia abajo, era una distancia muy grande, de muchos metros, y pude ver que había una carretera y habían carros de varios colores, rojos, azules y verdes; un camión estaba haciendo el trancón, pues ocupaba más de la distancia establecida para su carril, ya que no se orillaba, para dejar pasar a los otros automóviles; alcancé a ver una fila de muchos más vehículos, empero, en ese momento mi hermano se levantó y me regañó diciéndome que no viera las carreteras de abajo, porque en cualquier momento me podría caer.
Una fuerza extraña me instaba a que me lanzara, Lucho se dio cuenta de que algo raro me pasaba y lo que me dijo fue que no me fuera a lanzar, “piense lo que le puede pasar si hace eso, no lo haga”. Él no me tomó forzadamente para rescatarme de un posible suicidio, pude haberme lanzado ya que nada me detenía, era una acción de unos pocos segundos, mas quizás hubiera caído encima de un carro y le hubiera daño su medio de transporte a una familia y tal vez hasta hubiera herido a los ocupantes del vehículo. Pero si moría en el aire, ya no me preocuparía por esas nimiedades.
No me decidí a lanzarme, por lo que Lucho y yo nos fuimos de ahí, dejamos la cama sin tender y subimos por el camino que nos llevaba al poblado.
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