El amanecer se eleva como un lente
empañada para atrapar el sol

y encandila Su mensaje caliente
a los misioneros abajo

Isabella y el reverendo Roger Price
y los Helmore, con un eje roto

abandonados, dos días atrás, en Laguna de Fiebre
El desierto esta lleno de hogar

un escarabajo de brillante espalda
lucha como una orquesta

con Beethoven. La filarmónica.
Isabella piensa y tararea

Makolo, su guía zulu
se intrinca en la Biblia, reemplazando

palabras que no entiende por Manchester
Así Nardo, alabastro, levítico

eran Manchester y Manchester.
Su cabeza le recordaba a Mrs. Prince

a su vieja cartera, atascada con sus guantes,
olvidados en alguna cómoda acre

Los perros beben afuera de la furgoneta
con un lejano clip-clap

y Roger escupe en el fuego
recostado, mira su flema

borboteando por los costados
como un tostado.

Cuándo Bebé murió, la cosieron
en un retazo de alfombra y rezaron

con leche todavía oscureciendo
la mugrienta sotana de Isabella.

Makolo se enfermó al día siguiente
y los Helmore seguían sin aparecer

Los bueyes se fueron a la noche
en busca de agua

fueron arreados y cazados
al pozo de agua de Matabele

nada más que una mancha oscura en la arena.
Makolo tomó vinagre y murió.

Luego viraron hacia Laguna de Fiebre
encontrando a los Helmore en el camino

Hasta que no estuvimos a menos de cien metros
los buitres siguieron reverenciando y trampolineando

alrededor de los cuerpos, luego se arremolinaron
una milla sobre sus cabezas.

como hojas de te tostadas.
Los Price enterraron todo

todos los jirones de carne y ropa
las oscuras cadenas de pelo de Mrs. Helmore

estaban enredadas en tiras de tela floreada
luego fueron dados a las arenas deslizantes

“En el principio fue la palabra”
Roger leyó la biblia de los Helmore

encontrada abierta en San Juan
Isabella movió sus labios

“La palabra fue Manchester”
Shhh, shhh, la pala dijo, shhh