Porque estoy respirando decido escribir. Falta poco para que finalmente la ruleta cante la ultima bola. Tengo todo para afrontar la decisión. Y entonces. ¿Por qué esperar y derrochar palabras?. Quizá para entender como llegue hasta acá, a este cuarto húmedo, al cenicero repleto de colillas, a la única luz del velador, a estos dolores de cabeza y del alma, a esta inexactitud de los días (¿hoy es miércoles o viernes?). ¿Cuántos días pasaron desde que decidí encerrarme en mi laberinto? ¿cuándo fue que decidí abandonar las obligaciones laborales y apague el celular?. Quiero encontrarme con ese punto lejano, quizá inexistente. Es fácil atribuirle a Valeria o a Maria el desbarrancamiento, pero recordando los primeros días de conciencia de mi mismo y no hay registro de paz.
Las veo a ambas radiantes y lejos. ¡Que hermosas que son!. Quisieron amarme y solo fueron risas vacías, destellos desesperados de vivir.
Acomodo las pastillas y apuro un trago de whisky. Que bien que golpea en las paredes de mi patético castillo de ideas. Ahora pienso en las personas que alguna vez me quisieron y las abrazo a todas. La lapicera rezonga. Con mas pastillas el impacto es mayor. Me cuesta escribir. Una mas.
¿Te acordás cuando nos prometimos ser felices? Un dragón feroz en la ventana, tiene tu cuerpo Valeria y tu sonrisa Maria. Viene hacia mi, me envuelve. Es placentero. Sus lenguas me mojan. Otro trago. Tengo sueño, me dejo llevar, me voy con ustedes y su saliva.
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¿Es de día o es d noche?. La persiana esta cerrada, debe estar amaneciendo o anocheciendo. Prendo el ventilador, hace calor. La mesa sigue como la deje. Traje un poco mas de hielo y otra botella para no tener que levantarme hasta caer. Ambas fotos están debajo del velador sentadas. No tengo prisa, se que lo voy a hacer, solo quiero derrochar unas respiraciones más antes de que todo se apague.
Soñé con Maria, la vi bailando un vals frenético con un tipo feliz y sonriente, de traje, ambos tenían anillos de oro en sus dedos hasta hace horas desnudos. Me sorprendió la similitud de ese joven conmigo hace algunos años. Era yo.
Se me acabaron los cigarrillos, es el ultimo atado, no quiero salir. El mundo es absurdo y me da miedo porque hace días que no me muevo de acá. ¿Seguirá el resto del planeta vivo?. Mis vecinos al menos se que si, los escucho vivir. Voy a tener que disfrutar mis últimos cigarrillos. Ordeno las pastillas por colores y alfabéticamente. Dos mas (o dos menos).
Una nena me sonríe y me dice: “Gracias doctor”, me da un beso tierno en la mejilla. La madre me mira confiada y también me agradece. Se fusionan, gritan y explotan, Enceguecen con su luz. Necesito otro trago.
Ahora te sentás a mi lado princesa y me abrazas fuerte, querés que me quede con vos. Dudo. Pero ya estoy lejos y vos te desintegras en miles de mariposas.
Traje mas fotos. Acá estamos juntos (¡que linda te queda esa sonrisa!).
Quedan 10 pastillas... ocho... seis... cuatro.
Que difícil es escribir, me esta doliendo mucho la cabeza, tengo sueño, late desquiciado el corazón, el momento se acerca (por fin). Hay que apresurar todo, whisky, cigarrillos, las ultimas pastillas...
Voy a escribir hasta que todo acabe, como una filmación cuadro por cuadro. ¡Las amo! ¡Las extraño! (¡Mierda! Las necesito). ¿Dónde esta mi celular? (¿y el puto aire?). Tengo que decirles todo esto. Todo da vueltas, el celular esta lejos... pero no hace falta que me mueva, ellas están acá, justo ahora que la luz es tan tibia.

bUHO 76
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