Revisaba el pequeño cuarto, cementerio de cosas viejas, cuando una caja de madera,llamó su atención era algo añeja, y tallado en su tapa se veía un ruiseñor.
Se dispuso abrirla pero sus esfuerzos fueron inútiles, parecía sellada.
Decidió colocarla, a modo decorativo, sobre su mesa de luz, y allí le pareció observar una inscripción; casi borada por el tiempo esta frase decía:"Cuando cante el ruiseñor..."
Tal vez algo más, pero ya no se distinguía bien; ahora si, tenía que abrirla a cualquier precio, intentó varias formas y métodos pero nada resultó.
Caía la tarde y cuando ya se estaba resignando, un movimiento aflojó la tapa; metió su mano dentro del cofre y un fuerte dolor, como un aguijón ardiente, le traspasó la mano; cayó al suelo y pudo ver salir de la caja un pequeño escorpión.
Yacía solo y moribundo, cuando a lo lejos un ruiseñor cantó tristemente, que extraña y siniestra coincidencia pensó... |