Lo miré con cierto desconsuelo, pero ya no había vuelta atrás, debía despedirme del pasado.
Regresé a mi casa tratando de mantener un ritmo pausado pero mis nuevas piernas, jóvenes y vigorosas, querían correr más que caminar.Ya frente a la puerta de mi departamento, debí insertar la clave numérica, pués mi huella digital era distinta y el sistema no lo aceptaba; entré y fuí directamente al cuarto de baño, sí, pensé, un refrescante baño de burbujas me relajará. Estuve un largo tiempo reflexionando sobre mi apariencia, tal vez solo era cuestión de tiempo y finalmente me acostumbraría.
Cené, era extraño, mi paladar, sin memoria, no parecía apreciar los sabores que tanto tiempo había disfrutado.
Esa noche fué agitada, sueños mezclados y una visión que se reiteraba, caminaba frente al espejo y no había reflejo, solo vacío...Luego golpeaban a mi puerta y al abrirla allí estaba, yo, es decir mi viejo cuerpo sonriendo, me tendía la mano como invitándome a acompañarlo; pero ¿A dónde...?
Los días transcurrieron, vacíos, grises, era como un viajero sin rumbo, sin destino y aquel sueño; siempre el mismo sueño...
Luego de llenar los respectivos documentos, el empleado se dirigió al depósito de material descartable, pero al cruzar la puerta una escena, casi irónica, lo dejó petrificado; un joven hombre yacía muerto abrazado a un cuerpo viejo y desgastado, en su mano una nota que decía:
"NO REVIVIR, NI TRANSPLANTAR, VUELVO A CASA..." |