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Luz para el camino parte 4

Esas fueron las palabras que escuché. Cuando la enfermera me interrumpió. Diciendo que sentía el entrar pero necesitaban llevarse el cuerpo. La enfermera entendió mi sentir y me dejó estar con mi padre hasta que llegaran por él.

-¿disculpe? ¿Usted estaba aquí? – le pregunté a la enfermera.
-¿perdón? Acabo de llegar. Yo estaba en otra sala. ¿Le pasa algo? – dice la enfermera.
-todo bien. Solo necesito un momento con él. – le supliqué a la enfermera.

Saqué el teléfono para avisarle a mi hermana. Ella llegó en minutos al hospital. Mientras miro al techo para saber de dónde procedía la voz que me llamaba. Y sin encontrar nada, escuché la voz de mi hermana.

-¿Sandy? – grita ella. Y entra a la habitación y ve el cuerpo frio de mi padre. Se suelta a llorar en mis brazos
-disculpe. A donde se lo llevan – le pregunté a la enfermera.
-al depósito con los muertos para prepararlos hay una sala donde los familiares pueden esperar.
-bien – dije como si no pasara nada.
-tiene que llamar a una funeraria para que puedan hacer el servicio – me informa la enfermera.
-ok, llamaré a un amigo de mi padre. Que nos puede ayudar.
-¿pero y yo? – pregunta Marisela.
-¿tú qué? – le pregunté
-¡pues me estas ignorando! – me reclama.
-¡mírate! ¡No dejas de llorar! Despídete de él. Ve a tu casa avísale a tu esposo y a tus hijas y yo te llamo para decirte donde será el funeral.
-mis hijas no se pueden enterar – me responde.
-¿qué? ¿Pero por qué? ¡Es su abuelo! – le reclamé a mi hermana.
-pero Duncan me dijo que lo les dijera nada a mis hijas.
-¿pero de que me estas hablando? Qué más da lo que diga Duncan. Se trata de tú padre. Anda, ve a tu casa yo me encargo de todo el papeleo.
- está bien – me dice ella resignada.

Me salí de la habitación para hacer un par de llamadas. Preparando mi tarjeta de crédito por que ahora lo que me sobra es dinero. Marisela se fue a su casa. Y yo tuve que regresar a la casa donde viví cosas terribles, insultos, humillaciones. Regresar a la casa en donde mis padres en la mesa a la hora de la merienda se peleaban enfrente de nosotras.

Tenía que regresar por algo de ropa para que mi papá lo usara. Me subí a mi carro para regresar a donde viví cosas muy desagradables. Al bajar mi parabrisas sentí la brisa del mar y estacioné mi carro en la playa. Mis pies al tocar la arena recordé aquellos momentos en los que mi padre nos llevaba a la playa para pasar un rato con él. Recuerdo como mi hermana pequeña jugaba en la arena y mi papá me enseñaba a nadar. Pero todo ese se terminó ahora. Estoy completamente sola. Al ver mi reloj bajé la mirada y vi la sombra de un hombre. Cuanto giré mi cuerpo pude ver a Mateo a la orilla de la playa. Me acerqué a él para preguntarle el porqué de su presencia.

-¿mateo? Pero ¿Qué haces aquí?
-bueno, no pude evitar el seguirte. – dice el moviendo sus enormes manos.
-y tu familia. – creo que es casado. Eso fue lo que escuche la vez que lo conocí.
-ellos están bien, creo que por el momento ellos no me necesitan.
-ok. ¿Por qué me seguiste?
-sabes, no me gusta que digas que estas sola. Aquí tienes a un amigo.
-tengo que regresar a casa de mis padres por ropa para mi papa.
-si tú quieres yo te puedo acompañar. Si gustas yo manejo – dijo él. Me parecía que un extraño me quisiera ayudar. Ni me conoce.
-oye cálmate. Jamás te haría daño. – se defiende de mi pensamiento.
-¿cómo? ¿Pero me leíste el pensamiento? – le cuestioné.
-anda, camina. – dice él mientras me señala mi carro.

Me senté del lado del copiloto, el prendió el radio y empezó a tararear la canción. Eso me gusta. Me gusta escuchar cantar a un hombre. Vi en sus manos una linda pulserita que decía amor. Lo más sorprenderte de todo esto es que él nunca me preguntó donde vivía simplemente llegamos a casa. Estaba tan mal con la muerte de mi padre que no me percaté de eso. Me bajé del carro y él me tomó del hombro, los dos entramos juntos a la casa y de golpe sentí como una ráfaga de fuego me quemara la cara. Fue un golpe brutal.

El suelo tenia manchas de sangre a un costado de las escaleras. Subí a la habitación de mis padres y pude ver que mi madre ya dormía sola. Abrí el ropero y Mateo me gritó que mi padre tal vez le gustaría llevar un traje en color café con una corbata en color champaña y una blusa de color caqui.

Solo pensé en tomar lo que él me pidió y bajé las escaleras intentando preguntar quién era el pero lo busque por todos lados y nunca apareció. Me subí a mi carro y me dirigí a la funeraria. Rápidamente entregué el traje y lo prepararon. Un par de familiares me dieron el pésame y estuvieron un rato acompañándonos.

Al día siguiente enterramos a mi padre al salir del sepelio mi celular sonó.

-¿Sandy? Hola habla Duncan
-hola Duncan.
-me enteré hace un par de horas de lo ocurrido con tú padre. Lo lamento mucho.
-gracias.
-¿pero por qué no me avisaste? – me cuestiona el.
-porque creo que no es necesario.
-déjame decirte algo. Creo que el hecho de que tengas a alguien a tu lado no quiere decir que eres débil. Al contario yo podría ser un apoyo para ti en estos momentos tan difíciles.
-mira, en este momento no te puedo atender. Me tengo que ir con mi hermana y tengo que ir a ver a mi madre al hospital.
Y le colgué. Mi hermana escuchó la conversación y fue en la casa donde me dijo que de quien había sido la llamada.
-¿quién era la persona que te llamó? ¿Es tu novio?
-no. Solo es un amigo- dije.
-por qué no me cuentas o es envidia.
-¡y dale con lo mismo! ¡Porque insistes en que te tengo envidia!
-porque vivo bien. Porque tengo un esposo y dos hijas maravillosas.
-lo que si te paso es tener dos hijas maravillosas. Pero que tienes todo. No. Tampoco tienes un marido bueno. Más bien es un bueno para nada. Sabes que me voy a dormir. Buenas noches.

Después de dos horas de haber dado vueltas por la cama de visitas de la casa de mi hermana Marisela. El teléfono suena. Levanté la bocina pero mi hermana me había ganado.

No sabía si se trataba una llamada del hospital para avisarnos de mi madre ¿o qué?

Continuara…

Texto agregado el 06-05-2013, y leído por 171 visitantes. (0 votos)


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