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EL ENCANTO DEL MAR

Cuenta una leyenda que en un pueblo muy cerca del mar vivía una encantadora y misteriosa joven llamada Oceanía; ella era de ojos verdes y profundos como el mar, su pelo era de una cabellera radiante en finísimas hebras aurea, le encantaba ir a la playa y caminar por las doradas y tibias arenas que con los rayos del sol se veían como diminutas partículas de escarcha. Oceanía como atraída por una gran fuerza magnética se iba metiendo dentro del mar y como que estuviese hipnotizada bailaba con el vaivén de las olas que iban y venían con ondas de zafiro. Cuando Oceanía salía de adentro del mar, se sentaba en la arena a contemplar los bellos paisajes naturales y a disfrutar del aura fugitiva, al pasarse la mano por su pelo se daba cuenta que dentro de las hebras se le habían pegado algunas ostras; se paraba de allí y se iba a su casa y llegaba con una extraña expresión en su rostro; su madre le preguntaba que si le pasaba algo, ella que por lo general era amable y cariñosa con sus padres, no contestaba, era como que viniese del mar sin alma, se metía en su habitación y sacaba las perlas de las ostras y las guardaba en un extraño cofre de un material desconocido, que tenía incrustado diferentes piedras preciosas, que se había encontrado en la playa; era como que el mar se lo hubiese enviado con las olas, que iban y venían, como un obsequio a cambio de las lágrimas que ella dejaba fluir para que se mezclaran con sus aguas, en sus momentos de melancolía.
Pasado unos días, Oceanía encontró su habitación llena de conchas de ostra, las miró y no se inmuto; tomó el cofre y sacó las perlas e hizo como una especie de cintillo, se lo puso en su cabeza y salió a la playa, cuando llegó allí, se encontró con un hermoso espectáculo de tiempo cambiante de sol y lluvia al mismo tiempo. Las gotas de agua se veían hermosas, era como que los rayos del sol se retratasen en ellas y le reflejasen su luz. Oceanía contemplaba el espectáculo y belleza del maravilloso arcoíris que se había formado en el cielo, cuando nuevamente fue atraída por una gran fuerza sobrenatural, que la hizo meterse hacia las profundidades del mar; su padre que la venía siguiendo, la vio desaparecer delante de sus ojos, y cuando volvió a mirar, la vio sentada en una roca muy alejada de la orilla; su cabellera como que reflejaba rayos de luz, expandiéndose hacia todos los lugares, era algo inexplicable. Él siguió contemplando, y era como estuviese viendo un espejismo; pasó toda la noche esperando a ver si su hija aparecía, pero está no apareció, era como que se la hubiese trago el mar.
El siguiente día el padre de Oceanía salió en su búsqueda con varios pescadores, pero todo fue en vano. La madre de Oceanía estaba deshecha, sus ojos rebosaban de lágrimas por el dolor de haber perdido a su hija.
Pasados los días la madre de Oceanía se sentaba a orillas de la playa a contemplar el mar como queriendo que este se la devolviese.
Un día un buzo que venía a sacar perlas se dio cuenta que la madre de Oceanía no quería salir de la playa, como esperando a su hija, se le acercó y le dijo que él la buscaría; se metió en su yate, y emprendió su viaje mar adentro, estuvo viajando varias horas, repentinamente, empezó a oír unos hermosos cantos, que salían desde las profundidades hasta la superficie, y vio una hermosa mujer con una radiante cabellera, sentada encima de una gran roca, dando la sensación como que estuviese suspendida por unos brazos invisibles, cuando se fue acercar, las olas se elevaron con más fuerza chocando con la roca, instantáneamente, todo aquel ambiente se perfumó con un exquisito olor a rosas; Atlas, como así se llamaba el buzo se desconcertó todo, porque empezó a ver una luz que caminaba por el agua reflejándose en su espejo, y con gran asombro, vio que su yate se llenó de perlas, él hizo el intento de volver acercarse a la roca donde estaba la hermosa mujer, pero está desapareció, y él regresó a darle la noticia a la madre de Oceanía, que él la había visto. La madre de Oceanía se contentó al saber que el espíritu de su hija vivía en el océano. Esta noticia fue difundida al pueblo pesquero, y cuando ellos iban a pescar que oían el canto, tiraban la red y esta salía llena de peces y ellos rebosaban sus botes, e instantáneamente el ambiente se perfumaba. Los pescadores bautizaron a Oceanía con el nombre del encanto del mar.

FIN

Cuento de fantasía Rosa

Por: Mayte Moreno

21-01-2013





Texto agregado el 05-05-2013, y leído por 903 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
17-10-2013 Es tangible su pluma escritora, felicidades, excelente, saludos. heisenhen
16-07-2013 Eres única. Solo_Agua
30-05-2013 Maravilloso cuento que mucho me agrado Te sigo leyendo macacay
10-05-2013 Qué cuento más hermoso, me encantó!! Un abrazo. gsap
09-05-2013 Me encantan estos cuentos. Me llenan el corazón. Gracias Mayte amada. Un abrazo regigante. SOFIAMA
08-05-2013 Entre niña y entre sirena, Oceanía era una diosa. Bonita tu fantasía. za-lac-fay33
06-05-2013 Querida amiga Mayte, brillante tu escrito, así que adjunto algo para vos. En el mar azul turquí donde naufrago el Atlanta, bajar al fondo y de allí volver con el pez que canta, para que te cante a tí. Saludos! moralito5359
05-05-2013 Qué salada... yo qué pensé que era una sirenita de río... 5 estrellitas de mar. stracciatella
05-05-2013 Preciosas cada una de tus letras!***** MujerDiosa
05-05-2013 Bellas letras envueltas en magia y fantasia, se lee poco de esto... gracias. Cinco aullidos de ficción yar
 
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