Desde Mi Balcón observo y pienso 2.
Amargura Infinita
Elsa, gran luchadora social. Lo que le valió ser despedida de la empresa y marcada, de modo que no la recibían en parte alguna. Resignada, guardó su diploma universitario y comenzó a vender chucherías en un kiosco.
Derramaba con ventilador su amargura, decepción y rencor. Embestía contra ricos, políticos, Gobierno, etc. Gustaba tocarse su herida para sentir su propio dolor. Su colon, estómago y cabeza reflejaron físicamente su mal interior.
Sus amigos, al darnos cuenta, conversamos su problema, y Luisa se hizo cargo.
Al poco tiempo conversamos. Era otra mujer, y me contó la causa de su felicidad que yo ya sabía:
- Luisa me pidió que le ayudara a llevar unos comistrajos para una fiesta en un Ancianato. Allí, ese día, ella hizo de payaso, llenando de alegría a los queridos viejos, y a nosotros con ellos.
Ahora, agregó, yo también me pinto, me visto colorinche y hago de payaso con ella. Los viejos esperan con ansias nuestra visita quincenal, pues les alegramos la vida.
No dejo de soñar con un mundo más justo y mejor, ni de opinar sobre la situación social, política o laboral, pero, sin la amargura que me hundía.
Elsa había descubierto que, si bien no podía solucionar los problemas del país, sí podía hacer más liviana y alegre de vida de un grupito de personas de la tercera edad
Concluyó comentándome: ya volverán tiempos mejores para nosotros las trabajadoras. Ya encontraré trabajo.
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