El suicida busca por todos los medios que su lógica sea la muerte.
Pero antes de llegar a esa conclusión tan ajustada, existió en sus extrañas búsquedas y motivos por los cuales vivir, formas para ser feliz, argumentos para defender la vida, el amor, para enfrentar la adversidad.
Como de un modo irremediable las personas más allegadas no pueden, o no quieren, desprenderse de ciertos parámetros y estructuras lógicas que rompan ese círculo nefasto.
El suicida no puede, y sus familiares responden, amén. Entonces el muy estúpido, ya asume que no quiere porque ellos no quieren, se mata (literalmente) encerrado en ese círculo homicida.
Para entender un alma en crisis, una mente destrozada, entendámonos que un jesus, cada tanto, merece ser crucificado y los pecados del mundo son perdonados.
La diferencia es que no sólo que el mundo sigue andando, sino que justifica cierto desapego y presunción, para que siga habiendo personas coherentes que se adapten a lo que no sirve, a lo que tapa, a lo que reprime, y asi se llora frente a la crucificción sintiendo pena más que culpa.
Sintiéndose salvados más que perdonados.
¿Cuántos futuros imperdonables conocés a tu alrededor, estás haciendo algo al respecto?
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