El insecto se acomodò encima del cristal de la ventana , desolado miraba travès del cristal.
Como estaba lloviendo, se terminaban sus dias de entrar en los hogares.
Se terminaba el calor, el abrir las ventanas, el dormir en camas agenas, el posarse
encima de la fruta, oler su aroma y picotear en ella, se terminaba, el verano.
Estando pensando en esto alguien abriò la ventana para ventilar, y una gota
de lluvia cayò sobre el insecto, que lo dejò empapado, como el mocho.
De una fregona metida dentro de un cubo de agua, estornudò sin poder evitarlo.
Un soplo de viento helado, entro en aquella acogedora cocina, alguien volviò
a cerrar la ventana, el frio de aquel atardecer helaba los huesos.
El insecto tiritaba de frio y como pudo se deslizo, por el quiciò de la ventana.
Su cuerpo y alas mojadas, no le permitian cojer el vuelo, con lo que se aproximò.
Al calor del fuego encendido, y de està forma empezò a quedarse dormido.
Cerca del flamigelo calor sentia como su cuerpo iba quedandose seco.
Empezaba a recuperrar , la fuerza del aleteo en sus transparentes alas.
Alguien gritò un mosquito, y sintiò un violento golpe, que lo dejò sin sentido.
Fue sacudido por un fuerte golpe de servilleta ò trapo con olor a comida..
se repuso como pudo y empezò a volar, sin rumbo ni sentido, esquivando.
Los golpes de aquel trapo, que queria acabar con su vida, alguien abriò
otra vez la ventana, querian que se fuera de la cocina, saliò como pudo.
De aquella embestida, pudo torear aquel trapo, que queria, que saliera
al exterior, y pasarà frio, y se mojarà bajo la tempestaz, y la lluvia de aquel dia.
Pero el mosquito llevaba tiempo en aquella casa era su hogar, se sabia cada
escondrijo, cada grieta de aquella casona, enorme y solitaria en invierno.
Bulliciosa y fresquita en verano, calurosa en determinadas horas del dia.
Aquellos inquilinos ocasionales se largarian a la urbe, a su casas de diario
a su trabajo, el se quedaria en su hogar de verano, y en su hogar de invierno.
Aletargado en alguna grieta, acomodado sobre alguna cama hecha con los
restos de alguna pelusa suelta, con las sobras de la tela de una araña.
Tenia comida de sobra, y en su aletargamiento no necesitaba comer mucho.
Solo deseaba que lo dejaran solo que apagaran la luz, y lo dejarna dormir.
Hasta el verano pròximo, hasta que los rayos de luz entraran por los escondrijos.
De alguna ventana, haciendole sentir.de nuevo el calor, para volver de nuevo a la vida. |