TE DEBO LA VIDA En una encrucijada impredecible, se cruzaron tus pasos con los míos, yo iba absorto rumiando sinsabores, con los ojos clavados en el piso. Tu mano firme se posó en mi pecho, me detuvo, sonreíste y me dijiste, .- Si fuera un auto, estarías muerto.
Texto agregado el 02-05-2013, y leído por 281 visitantes. (10 votos)